sábado, 20 de septiembre de 2014

Crítica de The Maze Runner: Correr o Morir


Thomas despierta adentro de un elevador en ascenso sólo para encontrarse con un grupo de adolescentes una vez que este se detiene en la superficie. Al igual que el resto, Thomas carece de memoria alguna sobre su pasado y desconoce las razones por las cuales se encuentra en un bosque rodeado por un interminable laberinto.

Tal parece el guión de Noah Oppenheim toma el concepto del novelista James Dashner bastante en serio ya que esta adaptación no se abalanza a la acción sino primeramente se concentra en desarrollar emocionalmente al protagonista dentro del sistema social creado por los participantes. Este exceso de atención resulta un poco negativo ya que lo social tiende a cansar durante su primera hora, de por sí uno está al acecho de respuestas de las cuales terminamos sin saberlas. 

El Director Wes Ball demostró potencial durante la segunda hora ya que el suspenso establecido en el segundo acto congenia excelentemente con la acción desatada en el clímax. Interesantemente este esquema es bastante similar a Los Juegos del Hambre y Divergente, provocando una falta de creatividad en esta clase de adaptaciones juveniles. Tampoco es consuelo saber desde el planteamiento que la película terminará en continuación, uno lo infiere por la constante forma de decirnos las cosas a medias.

Debo admitir que la edición es bastante entretenida, principalmente la ejecución del sonido porque eso le da un fuerte impacto a los efectos visuales. No es de esperarse grandes explosiones ni laboriosos combates, aquí prácticamente recae en correr y esconderse. Se aprecia el buen uso del horror porque logran robarnos un par de sustos.  

La actuación de Dylan O’Brien funciona en todos los aspectos pero nunca llega a concretarse como un autentico protagonista. No es culpa del actor sino de las prioridades del guión, Jennifer Lawrence y Shailene Woodley tuvieron un completo desarrollo de sus personajes a diferencia de O’Brien donde las constantes charlas sobre el contexto opacaron de por sí la identidad desconocida de su personaje.  

Lo mismo podría decirse de Kaya Scodelario, la única mujer del elenco, este hecho fue altamente desaprovechado porque debió haberse empleado una tensión sexual entre los participantes. La trataron como  si fuese otro hombre de la manada y por tanto su papel carece de relevancia.

Malamente se le dio prioridad a Thomas Brodie-Sangster cuando Will Poulter imponía con su comportamiento agresivo. Con todo respeto, Sangster estuvo débil en el rol del jardinero Newt mientras Poulter dio su máximo esfuerzo como Gally; de hecho nunca llegamos a comprender del todo a este supuesto villano. Quizás y la novela nos los defina más.

Aml Ameen es descrito como el líder pero dudo que se perciba como tal, en ese caso se lo creería más a Ki Hong Lee. Básicamente este numeroso elenco se pierde entre la cinematografía, razón por la cual nunca nos conectamos con ninguno de los presentes ni tampoco nos preocupamos por su sobrevivencia. Nuestro consuelo yace en disfrutar sus escasas tácticas de sobrevivencia.    

Tomando en cuenta que el autor escribió una trilogía, entiendo el por qué esta primera entrega se siente incompleta. En contraste con los sobrevivientes, mi curiosidad sólo radica en saber los propósitos de los Creadores. No nos queda más que darle el beneficio de la duda por lo confuso que se puede tornar en los últimos cinco minutos. Esperemos y la secuela resuelva estos aspectos negativos porque de que esta franquicia tiene potencial, lo tiene. 

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