domingo, 1 de marzo de 2015

Crítica de Birdman


Riggan Thomson es un acabado actor de Hollywood cuya fama depende de un superhéroe que interpretó hace décadas pero por cuestiones de encasillamiento rechazó protagonizar la segunda trilogía. A través de su voz interior y esquizofrenia busca la manera de renovarse en Broadway al apostarlo todo en una historia de su autor favorito.     

La sinopsis suena bastante interesante  por situarse en la situación trágica en la que viven muchos actores en la actualidad. Las referencias culturales giran en torno a su drama, referencias como la saturación de superhéroes, George Clooney, Martin Scorsese, Robert Downey Jr., Jeremy Renner…  En sí parece adular a Hollywood hasta desenfocarse del tema principal.

Alejandro G. Iñárritu y tres guionistas más trazaron una estructura simplista donde el punto central yace en las acciones y pensamientos de Riggan. Eventualmente damos un vistazo a los demás personajes para darnos una clara idea de quienes son aunque la mayoría sabemos que sólo existen para darle ritmo a Riggan porque por sí solo, no te engancha como debería.     

¿Realmente se necesitaba cuatro personas para escribir este guión hueco? No hay nada interesante en un detrás de escena de celebridades buscando su retorno a través del teatro. Si ese es el caso, mejor hubiera visto un documental. Es una revoltura de temas: sexo, drogas, disfunción familiar, inseguridad, redes sociales, los medios, desnudez, el suicidio y la crisis existencial.  

Además la dirección de Iñárritu es excesivamente lenta ¡A una sola cámara! Básicamente eso se resume la estrategia fílmica de su editor, a crear un sinfín de encuadres. Solamente  Alfonso Cuaron ha logrado perfeccionarla gracias a Gravedad. Confieso que esta serie de tomas emplastadas lucen por nunca interrumpir la continuidad entre cada escena.

Sin embargo, esta edición llega a ser contraproducente porque se vuelve genérica, la cámara sigue al actor por los camerinos, se detiene mientras interactúa el solo o con los demás, de ahí la cámara hace un giro de 360 grados y nuevamente se repite el procedimiento. No sólo te agota sino hasta te marea y más con la abstracción de su contenido.   

Tiene un par de efectos especiales impresionantes durante la participación imaginativa de Birdman, pero en sí  ¿Dónde está la cinematografía? La ciudad de Nueva York se ha visto en miles de películas y aquí la novedad es mostrarla oscura y sucia. Fugazmente expresado porque la mayoría del tiempo nunca salen de los interiores del Teatro poco atractivo.  

Sólo existe una escena que me gusta de Michael Keaton y se la roba Lindsay Riseborough quien con solo un diálogo llegar a ser convincente. La voz grave e interna se conecta con Batman al igual que haber rechazado las secuelas.  Edward Norton comienza fuerte pero posteriormente se debilita, Zach Galifianakis no tiene presencia, Emma Stone se esfuerza por no ser encantadora y Naomi Watts  es incomprendida.

¿Cuál es en sí el mensaje? Hugh Jackman dice haberle servido de inspiración para jamás ceder el rol de Wolverine. A mi ver, el desenlace gira a desatarse de este superhéroe, aunque nunca se llegue a comprender del todo, especialmente por la última escena donde Stone mira hacia el cielo con una sonrisa.  

Altamente sobrevalorada. Sin sentido. Excesivamente pausada, cansada y comúnmente improvisada. Descuidada y pretenciosa. No sé en qué fundamentos se basó la Academia para hacerla destacar de entre otras producciones superiores en calidad narrativa.

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