miércoles, 1 de octubre de 2014

Crítica de El Dador de Recuerdos (The Giver)


Jeff Bridges tenía años queriendo convertir la popular novela de 1993 en una adaptación fílmica, desafortunadamente su trayectoria en la taquilla mundial fue inferior a los 10 millones de copias vendidas, quizás por el retardo de 21 años. Después de todo, nos encontramos en una generación influenciada por Divergente, Los Juegos del Hambre y Maze Runner.

En un principio imaginé que terminaría siendo similar a Divergente, los guionistas Michael Mitnick y Robert B. Weide promovieron esa especie de vibra debido a las similitudes en sus temáticas, tales como la búsqueda de tu lugar dentro de una sociedad reformada y el cuestionamiento de un individuo sobre dicho sistema impartido por el Gobierno.

Philip Noyce será reconocido por Agente Salt, El Coleccionista de Huesos y Juegos Patrióticos, pero El Dador de Recuerdos no es una película de acción. Le inyecta esa dosis de adrenalina justo en el clímax pero no sin antes definirse con una interesante dirección dramática. Dicho de ese modo porque en ningún momento te aburre; sorpresivamente su contenido es sugestivo.

En parte podría recaer en Jeff Bridges, el ganador del Oscar tiene lo que se necesita para darle dinamismo a este sencillo relato. Su porte le brinda calidez a este frío contexto y en su proceso, embellece nuestra humanidad a través de los buenos recuerdos. Asimismo se torna oscuro con las tragedias, pero en el rol del Dador, la esperanza es una cualidad que se percibe en su presencia.     

Creo que esta es la primera vez que vemos a Bridges actuar con Meryl Streep, las tres escenas en donde aparecen son fácilmente las mejores por el adecuado manejo de la tensión. Incluso podría decirse que ellos propagan el suspenso ya que Katie Holmes, Cameron Monaghan, Odeya Rush y Alexander Skarsgard se encuentran encasillados en una actitud recta e inexpresiva.  

Brenton Thwaites como Jonás podría ser la revelación, anteriormente lo habíamos visto como el Príncipe Philip en Maléfica, más no se comparan ambos trabajos. Aquí es evidente su capacidad de llevar a cabo un drama, Thwaites se distingue por una intrigante transición: de frívolo a emotivo, de brazos cruzados hasta dando un golpe, ciertamente Bridges fue un gran maestro.

Sí me incomodó encontrarla en blanco y negro. Conforme uno comprende el concepto, entiende el justificante. La idea es apreciar la belleza de los colores, las emociones y la originalidad, pero a nuestra propia manera. Tampoco se descarta el frágil balance proveniente por la maldad. El compositor Marco Beltrami sabe llegarnos al alma, por así decirse.

El mensaje es claro, del mismo modo que la promoción de la cultura, la sabiduría tanto la manipulación genética. Todo gira en el control social y la abolición del mal a través de la igualdad sistemática. Inevitablemente uno se pondrá a pensar en esta omisión del sufrimiento, la desigualdad y el libre albedrio.   

En conclusión, es simple y efectiva.   

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