Este suspenso
criminal se beneficia de buenas actuaciones, un ritmo veloz y un contexto
crítico no tan distante de la realidad. Honestamente no creo exista una sola
persona en la faz de la Tierra que no se haya atrevido a apostar en algún
momento de su vida. Cualquiera lo ha hecho y ese es el punto de este fascinante
relato ya que no sólo se apuesta el dinero sino también la forma de vida.
Como bien se sabe: la
casa siempre gana ysiempre hay que saber cuándo retirarse. Asimismo uno debe
estudiar bien sus cartas y trazar un plan para obtener las jugadas adecuadas.
Este instinto de jugador es claramente desarrollado por el Director Brad
Furman. Anteriormente había obtenido mérito en El Abogado de Lincoln por el dinamismo
en su sencilla edición y la excelente coordinación actoral; elementos que
orgullosamente vuelve a aplicar.
Los guionistas Brian
Koppelman y David Levien cuentan con experiencia en este aspecto ambicioso de
la industria de las apuestas, puesto que escribieron Ocean’sThirteen. En esta
ocasión, optan por intensificar el suspenso mediante el incremento de la
tensión personal conforme los actos descritos se desenvuelven en o alrededor
del Casino. En cierto modo nos sorprende su contenido actual y a su vez nos
impacta su controversia por lo sugestivo que puede llegar a ser.
La idea de
legitimidad es una ilusión porque un Casino no se puede dar el lujo de perder, sí
lo hiciera inmediatamente ingresaría a la quiebra sin poder beneficiarse de los
millones semanales de los cuales se presume es su alcance ahora que se ha
digitalizado el juego del póker. Ahora comprendo porque los críticos fueron
severos y los medios de comunicación optaron por no promocionarla, la respuesta
yace en su núcleo anti-americanista.
Haber actuado con
Clint Eastwood y Amy Adams le sirvió bastante a Justin Timberlake porque ha
estado demostrando que cuenta con lo necesario para ser un auténtico
protagonista. Tampoco es un rol extravagante pero se requiere de una buena
presencia, identidad propia y un cierto grado de elegancia para meterse en los
zapatos de Richie Furst. Al final termina ganándonos nuestro voto.
Gemma Artenton se ve
diferente, quizás su imagen de sexy morena es lo que necesitaba para darle
frescura a su persona, aunque siendo observador, previo a este encuentro había
adoptado el lado extrovertido en Hansel y Gretel. Esta vez recurre a lo básico
pero en el modelo de belleza y debido a no ser un papel demandante, esa
espontaneidad sensual en conjunto con su doble cara lo caracterizó con
eficacia.
La gran revelación es
Ben Affleck, posteriormente de grandes trabajos en Atracción Peligrosa y Argo,
el ganador del Oscar decide tomarse un respiro de la dirección y simplemente se
enfoca en otra actitud actoral. Verlo de arrogante, ambicioso y maldito infeliz
es fascinante porque las expresiones le salen sin cuidado. Incluso se luce con
los diálogos en español al expresarlos con un ligero acento. Fácilmente nos
manipula con su carisma pero en cuanto muestra su otro lado, la trama gira con
sensación.
Las localizaciones
son bastantes novedosas, desde Puerto Rico hasta la Universidad de Princeton.
Generalmente la ubicación narrativa se desenvuelve en Costa Rica pero debido a
cuestiones de costos y excesiva piratería, se aprovechó la magnífica
cinematografía de Puerto Rico para darle ese acercamiento atmosférico. Vaya
cuando no se está en los lujosos interiores de los casinos o las salas
universitarias, la vista panorámica embellece esta edición.
Aprovechando la
mención, los encuadres están estables y los cortes no son tan bruscos. A
excepción de las secuencias de acción donde la cámara pierde su enfoque
momentáneamente, pero se perdona por no tratarse de su género principal. Debido
al constante movimiento, las escenas dramáticas son mínimas y breves, por lo
que emocionalmente existen varias escenas que te ponen a prueba pero nunca llegan
a profundizar en el carácter.
Carece de la mano de
obra de 21 donde el desarrollo era más definitivo ya que la adrenalina se
mezclaba con la evolución física del personal principal. Entretanto Apuesta
Máxima es más bien un suspenso electrónico que se divide en varias rutas para
preparar su jugada sorpresiva y en el proceso concluir satisfactoriamente.
Indudablemente esta adaptación políticamente controversial merece más crédito
del que nunca tuvo.
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