Cinco años después de asumir el cargo de Mariscal, Riddick se
encuentra insatisfecho entre la gente que gobierna, hasta la altura de crearse
enemigos. Teniendo en cuenta esta
agravante realidad, decide hacer un trato con el Comandante Vaako para
encontrar su viejo hogar. Desafortunadamente la palabra de un furiano no significa
nada ante un necromano y mucho menos si éste nunca optó por hacer el juramento
de fe. Por tanto, Riddick es abandonado a su suerte en un infierno incivilizado.
Es grato ver que David Twohy todavía sigue a bordo de la serie puesto
que él personalmente se ha hecho cargo desde su origen en el 2000. Pese a no
ser masivamente taquillera, el director-guionista se dio su tiempo para fijar esta
historia, la cual resultó más acorde a la original. Aun así mantuvo la
continuidad de Las Crónicas de Riddick al involucrar brevemente a Karl Urban,
pero los seguidores de Pitch Black encontrarán dulce alegría al percibir las
referencias directas.
La nueva travesía de Richard B. Riddick se puede simplificar en tres
actos: primeramente se nos reintroduce Riddick desde cero, después lo vemos
interactuar con los nuevos participantes en un juego cambiante de al gato y el
ratón para finalmente concluir en una gran pelea por la sobrevivencia. Cada uno
de estos actos son acompañados de constante suspenso, escenas sangrientas y un interesante
desarrollo de personajes.
Básicamente es una dirección pareja porque no sólo los humanos tienen
sus perfiles establecidos sino las criaturas también. A pesar de contar con un
horror estable, nunca llega a sacarte un susto, la musicalización te pone
nervioso y te hace dudar del destino de Riddick pero de ahí en fuera, nos
satisface por sus agresivas maniobras tácticas.
La cinematografía de este planeta desértico es impresionante, Twohy
supo seleccionar las localizaciones y le sacó provecho porque las adiciones
visuales le dieron un buen toque. Sacar al personaje de su zona de confort
siempre ha brindado frutos por el riesgo que implica. Al final, no habrá
innovado pero al menos le sacó punta a la franquicia.
Técnicamente la edición está limpia, obviamente por su formato digital
es de esperarse mejor representación visual que las anteriores. Generalmente
maneja un ritmo tranquilo y los efectos especiales nunca llegan a estar de más,
ese aspecto de equilibrio viene estando presente desde el principio donde haber
sostenido el misterio de la situación actual para engancharnos con las
circunstancias introductorias fue magnifico.
Indudablemente esta película le pertenece a Vin Diesel de pies a
cabeza. Este actor conoce a Riddick no sólo de nombre sino de sentimiento.
Además le inyecta ese toque de adrenalina sin descartar sus puntos vulnerables,
por tanto lo vuelve en una figura sugestiva ante nuestros ojos. Difícil de no compadecer
a este antihéroe ya que sus acciones son justas.
El elenco secundario se defiende con carisma por contener sus roles específicos,
sin embargo, no faltan quienes suelen atraer nuestra atención y entre ellos son
Matthew Nable, Katee Sackhoff y sorpresivamente Dave Bautista, sabía de lo buen
actor que era en WWE pero nunca anticipé un antagonismo rígido. Ya sea peleando
ente sí, desatando el fuego o cazando al enemigo, Vin Diesel se compagina llanamente
con ellos y viceversa.
En conclusión, Riddick le hace homenaje a su nombre por regresarse a
sus orígenes narrativos, hacer a un lado las batallas espaciales y simplificarse
en acciones humanas de sobrevivencia. Es bastante ingeniosa al sacarle provecho
a su contenido limitado y desenvolver a los personajes con nociones de un pasado
inolvidable. La única razón por la cual no le entregó la última estrella
completa es porque está travesía se siente incompleta, haciendo referencia al
asunto pendiente de Krone. El tiempo dirá si en algún momento se retomará este
tema, pero entretanto vale la pena verse.
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