Basada en la vida del
atleta olímpico Louis “Louie” Zamperini, se narra su intenso naufragio en el océano
hasta su cautiverio en varios campos de guerra. La trama se mantiene fiel a los
hechos y en ningún momento se torna melodramática, al contrario, se asimila a la
fortaleza de Zamperini y en su proceso termina siendo una obra inspiradora.
Para tratarse de su
segunda película como directora, no puedo evitar sentir que le robaron la
nominación a Angelina Jolie. Tal parece experimentó el mismo caso que Ben Affleck.
Esta talentosa mujer vuelve a mostrarnos que tiene lo que se necesita para posicionar
un drama, pues oficialmente cumplió con las expectativas al hacerle justicia a
este gran hombre.
Lo mejor del caso era
la cercanía que tenía con Zamperini ya que durante una entrevista, Jolie reveló
que eran casi vecinos. Su amistad le brindó no sólo experiencia sino conciencia
al momento de llevar a cabo esta poderosa adaptación de la cual se encuentra
actualmente disfrutando de los frutos aunque lamentablemente Zamperini no haya
alcanzado a verla.
Prácticamente Jack O’Connell
es un novato, tratándose de su primer protagonismo. Una producción que estuvo
cincuenta años en planeación debido a su contenido sensible y de la nada O’Connell
se vuelve el afortunado en interpretar a Louie. Bajo la tutela de Jolie, O’Connell
se sumerge en la caracterización, conservando siempre aquella fuerza emocional
y el espíritu de sobrevivencia.
Otro actor en ascenso
es Domhnall Gleeson, recientemente estuvo en una comedia pero su especialidad
es el drama por su seriedad natural. Aquí su actitud nos mantiene enganchados y
por tanto nos cuesta desprendernos una vez que sale de cuadro. Lo mismo pasa
con Garret Hedlund, Jai Courtney, Luke Treadaway, Alex Russell, entre otros.
La esencia de hermandad
es evidente dentro de esta extraordinaria cinematografía de Roger Deakins. Para
tratarse de un escenario de guerra lleno de torturas, los encuadres no pierden
su gracia. Inclusive la música de Alexandre Desplat refuerza el conflicto de
los personajes y a su vez nos contagia de esperanza.
Tampoco podemos
descartar a Miyavi en el infame rol de Mutsuhiro “El Pájaro” Watanabe. Con sólo
un par de escenas y de prisa experimentamos el resentimiento por ver a
Zamperini al borde del colapso. No cabe duda que su antagonismo se beneficia de
su dicción; no me sorprendería verlo próximamente interpretar a un icónico villano.
El guión de los
hermanos Coen, Richard LaGravenese y William Nicholson trasciende por
mantenerse en la línea artística y no tanto típica de Hollywood. Resulta más
que una película de Guerra, es un relato de sobrevivencia donde la importancia
no radica en la violencia sino en la propia resistencia de mantenerse vivo
hasta el final.
La acción aquí se
resume en el primer acto el cual viene intercalado con la niñez y la temprana
carrera atlética. Los efectos especiales yacen en las actuaciones aunque
también la edición y mezcla de sonido lucen principalmente en la secuencia del
bombardeo. Enhorabuena uno se lleva un buen susto durante el naufragio.
En conclusión,
Angelina Jolie no habrá obtenido el crédito que se merecía pero al menos Louis
Zamperini sí lo obtuvo gracias a que esta adaptación no siguió el camino
amarillista, sino se mantuvo fiel a la fortaleza de este aclamado sobreviviente
que hoy en día nos sigue dando mucho de qué hablar.
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