miércoles, 25 de febrero de 2015

Crítica de El Código Enigma (The Imitation Game)


En 1939, cuando Gran Bretaña le declara la guerra a Alemania, el brillante matemático Alan Turing encabeza el equipo de criptografía con el sólo propósito de descifrar el infame Código Enigma. Debido a su falta de tacto, se hace de enemigos tan fácilmente que con la inesperada ayuda de Joan Clarke,  recupera la confianza de sus compañeros logrando así su respaldo en la creación de una mega computadora con la capacidad de descifrar al instante los códigos del enemigo.

Ahora entiendo el discurso de Graham Moore durante la aceptación de su Oscar por el Mejor Guión Adaptado. Desde niño, Moore ha seguido la historia de Turing hasta referírsele como su héroe. En base a esta admiración y a su honesta identificación, pudo formular un guión digno de infinitas aclamaciones.

Los eventos descritos nos destrozan la perspectiva clásica de la Segunda Guerra Mundial ¿Quién hubiese imaginado que las estadísticas jugarían un papel esencial? Además de proclamarse la homosexualidad como un crimen penado ante la ley, es demasiada información para procesar en dos horas, y conste que el mismo protagonista nos los advierte en el prólogo.       

Dado que la estructura del guión sigue tres tiempos, la niñez, el trabajo y exilio, es necesario prestar suma importancia a los detalles. Con que te pierdas uno, podría malinterpretarse algunas acciones. Interesantemente es una adaptación susceptible a los prejuicios, aquí depende de nuestra educación, visión o creencias.  

Gracias a una poderosa caracterización de Benedict Cumberbatch nos formamos un concepto de lo que fue este hombre detrás de la primera computadora del mundo. Muchos logros de los cuales estuvieron ocultos durante cincuenta años. Qué terrible ha de haber sido para Turing haber vivido bajo su propia sombra.

Las frases de: “A veces esas personas de las que no imaginamos nada, son las que consiguen lo que nadie pudo imaginar” y “Si lo quisieras, habrías sido un hombre normal. El mundo es un lugar infinitamente mejor, precisamente porque no eres un hombre normal”, moldean esta vulnerable travesía histórica.

Ese siempre ha sido el mensaje de la humanidad, aceptar a los demás por lo que son y no por cómo deberían de ser. Todo tiene un sentido aunque no queramos aceptarlo, al menos podemos aprender a tolerarlo. Por tanto Alan Turing estuvo en las excelentes manos de Cumberbatch y Moore porque fueron fieles a no sólo a su individualidad sino a su sentir emocional.  

Como siempre Keira Knightley es excelente en lo que hace. Su carisma, su belleza y curiosamente otra vez bajo el nombre de Elizabeth. En cuanto a Matthew Goode, Mark Strong, Charles Dance, Allen Leech, Matthew Beard y Rory Kinnear, complementan de por sí esta conflictiva atmosfera con distintos puntos de vista.

El director Morten Tyldum siguió al pie de la letra el guión, dejó que los actores se desenvolvieran con sutileza, contrarrestando la tensión con una que otra chispa de sarcasmo. Alexandre Desplat profundizó en el sentimiento con una majestuosa melodía y los editores dieron su mejor esfuerzo al enfocarse en encuadres simples sin saturar su estable cinematografía.

Para finalizar, una adaptación que dará mucho de qué hablar no sólo sobre los orígenes tecnológicos y la guerra, sino sobre nuestra propia batalla por superar a nuestros demonios y el mutuo respeto e igualdad hacía los demás sin importar lo diferentes que sean.   

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