viernes, 6 de febrero de 2015

Crítica de Boyhood: Momentos de Una Vida


El director Richard Linklater tenía una visión hace doce años y consistía en narrar la travesía de un niño de seis años hacia su adolescencia o juventud durante un rango real de doce años. Previamente este enfoque se había empleado en la Franquicia de Harry Potter de las cuales sus ocho adaptaciones cubrieron un periodo de diez años.

Obviamente Boyhood no contó con la fortuna de esta gran mitología pero al menos ha estado generando entusiasmo gracias a sus recientes triunfos, aprovechando sus seis nominaciones a los Premios de la Academia incluyendo Mejor Película, Director, Edición, Guión y actuaciones de reparto. Pase lo que pase, este drama te ofrece una lección de vida que tanto tú como tu familia no querrán perderse.  

Cualquiera puede identificarse y no por sus referencias culturales, sino por su crecimiento humano. Siendo padre, madre, hijo, hermano u amigo, todos sin excepción estamos sujetos a cometer errores y aprender de ellos, así es la vida, es el único modo en que maduramos. Ciertamente somos distintos en personalidad, pero no saber nuestro propósito es lo que nos une a todos en esta complicada encrucijada.

La sensibilidad y los buenos valores tienden a promoverse en conjunto con la conciencia y el realismo contextual. Lo que vemos en esta magnífica edición de 12 años es la autenticidad de una familia americana. Aunque quizás ya sea mundial dado que el divorcio, el maltrato, la bipolaridad, los síndromes, las drogas y el alcoholismo tienden a estar presentes en la mayoría de las familias modernas.  

No para ponerse nostálgico, sino más bien para apreciar cada aspecto de nuestra fugaz juventud y también nuestra paternidad. En cierto modo, podría tratarse de un guión hibrido por su influencia digitalmente tecnológica. Aquí es donde el Facebook juega un papel importante en la forma de interactuar con nuestras emociones, sobretodo limitando nuestro sentido humano a un teclado y pantallas.  

De los años 2002 al 2014 pasaron muchas cosas importantes y entre las que destacan fueron las novelas de Harry Potter, las precuelas y el futuro de Star Wars, la canción épica de Britney Spears, el resentimiento hacia Bush, la chispa de esperanza en Obama y la guerra en Irak. En esto último, se hace un buen comentario sobre ciertas tácticas entre soldados.

Lo importante de este viaje intimo yace en su educación, aunque no lo parezca, es la única manera que contribuye a la estabilidad tanto económica como emocional. Los consejos siempre son bienvenidos y nada es imposible, la confusión es una amenaza como el conformismo. Se puede ser fiel al objetivo, siempre y cuando se proceda de forma real. Tampoco puedes ir así nomás caminando sin ocuparte de tus obligaciones.

Patricia Arquette y Ethan Hawke son indudablemente los pilares, mientras uno nos sumerge en un oasis emocional, el otro nos compensa con su razonable carisma. El sendero de Arquette es más demandante por su involucramiento físico y directa maternidad. Sin embargo, Hawke parece tener todas las respuestas dada la lógica de su personaje.

El mayor desafío de Linklater era conseguir al actor perfecto que interpretara cada una de las distintas facetas de un niño en transición. Enhorabuena eligió a Ellar Coltrane quien desde el principio nos engancha gracias a Arquette y Hawke, pero es su lado sensible y temprana conciencia lo que nos mantiene inmersos a través de sus doce años de crecimiento.

Tampoco descartemos a Lorelei Linklater, aunque no haya sido el centro de atención, fue bastante divertido verla crecer manteniendo ese sarcástico feminismo. En cuanto a Marco Perella y Brad Hawkins, cabe señalar que dejan huella con sus breves antagonismos.   

Para tratarse de una filmación de doce años, el contenido nunca pierde interés por su buena edición cinematográfica. Este es un gran trabajo en equipo cuyo compromiso y dedicación a la visión demandante de Linklater merece un aplauso. No será una obra maestra por su guión cambiante, pero Boyhood hizo lo imposible posible al capturar esa elemental transición por la que todos pasamos.  

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