Me cuesta creer que mi entusiasmo se esfumó tras terminar de leer la
novela, no que tenga una mala prosa, sino la adaptación cinematográfica resultó
una mejor experiencia por su buen desenvolvimiento de las circunstancias en
conjunto con el constante suspenso, aventura y las poderosas actuaciones.
Debo confesar que esperaba algo más y para tratarse de 600 páginas, lo
único que contamos son infinidad de diálogos, administración y corrupción
farmacéutica. Incluso John Le Carré especifica en sus notas que su obra es
meramente ficticia quitándole la diversión de encima, aunque también promueve el
apoyo hacia estas personas que han puesto su vida en riesgo. Este podría ser el
claro ejemplo de leer entre líneas ya que el lector debe captar el simbolismo
de los sucesos por su propia cuenta.
A diferencia de la película, Sandy juega un papel esencial
especialmente en las primeras doscientas páginas. De igual manera Ghita en las
últimas cien. Ambos personajes fueron reducidos a lo mínimo. Todas las
secuencias de acción son inexistentes en la novela, incluso el ataque en la
villa justo cuando Lorbeer descubre estar con el esposo de Tessa. Los
detectives no hacen ninguna aparición, de hecho no se ejerce ningún
interrogatorio ni se pone en tela de juicio a las compañías o embajada,
haciendo referencia al discurso conclusivo.
Wanza y su hijo se reducen a menciones, es más, Justin no se menciona
haber estado en el Hospital cuando su bebé nació muerto. El personaje de Tessa
se siente bastante incompleto en la novela, no se define como bellamente
aprovechó el guionista Jeffrey Caine quien le dedicó una tercera parte de la
película para conocer su modo de trabajo, sus impulsos y determinación. A su
vez le dio sentido a la carta de amor de Sandy a través de sus verdaderas
intenciones ya que se distorsionan con sutileza creando esa exquisita intriga.
Esperaba encontrarme con al menos cincuenta hojas centradas desde el
punto de vista Tessa, pero nunca sucedió. Al menos el desenlace en el Lago
Turkana se mantuvo con cierta fidelidad aunque me sorprendió encontrarme con
una reunión secreta entre Donohue, Ghita y Justin. En la película, Justin es
perseguido en carro por Donohue quien tras alcanzarlo le entrega un arma para poderse
defender y lo lleva al lugar donde entierran los cuerpos asesinados por las
pruebas médicas.
Entonces Justin nunca cargó con una pistola ni tampoco nadie le
acompañó en carro cuando pidió ir al Lago Turkana. Tampoco aparece escrito la
insistencia de Tessa por ayudarle al hijo de Wanza a llegar a su hogar, hecho
que más tarde comprendió durante el ataque en la villa donde trata de seguir su
consejo al meter al niño al avión. Por otro lado la muerte de Arnold Blum no se
revela hasta la reunión al final, la novela trata de manejarlo como misterio.
La esencia no se sigue al cien, si no me equivoco el contenido se
expone en un 30%, el resto es inspiración moderna. El guionista Caine sin duda
nos sorprendió con una historia novedosa, inteligente y mortal. No se contuvo
en excederse. Hizo a un lado su miedo y trató de presentarla lo más cercano a
nuestra realidad sin descuidar la relación de amor entre los protagonista ya
que ahí estaba la clave.
La Industria de la Farmacéutica siempre ha dado mucho de qué hablar, sea
bueno o malo, la mayoría parece saber exactamente en que consiste este negocio.
Gracias al avance tecnológico y al razonamiento en algunos sectores de la
población, se ha vuelto común denunciar las fechorías a través de las redes
sociales. Sin embargo, el dinero y la política la siguen respaldando hasta el
grado de volverse un medio masivamente corrupto.
Una lectura bastante lenta, extensa y redundante. De qué se aprende,
se aprende pero a duras penas porque si se torna un poco tediosa en ocasiones.
Y ante la falta de acción, pues digamos que la imaginación es delimitada. Aun
así no fue fácil para Le Carre escribir sobre esta problemática social y más
cuando está basada en una activista que murió en la misma manera, junto con sus
colegas en un accidente automovilístico. Por tanto merece crédito.
Por qué mi preferencia hacia la película, simplemente porque el
director Fernando Meirelles tomó su
mensaje social y lo bautizó con un sentido de aventura, emoción y suspenso
político. Cualquiera que se siente a verla como imán se quedará pegado. En
contraste con sujetar el libro, porque es texto tras texto, pensamientos y
distintos personajes de los cuales nunca escuchamos el testimonio de Tessa.
Aquí es donde entró la magia de Rachel Weisz, lo poco que leemos de
Tessa se nos muestra en la caracterización de Weisz. Aquella pasión, estrago y
frustración por hacer lo correcto, salvar vidas sin importar poner la suya en
riesgo. Carismática, sensible y fiera cuando debía hacerlo. No cabe duda que
fue un Oscar bien ganado, también hubiese sido el mismo sentimiento con el
Guión Adaptado, la Edición y la Música.
Ralph Fiennes merecía la nominación, indudablemente fue una gran
pérdida no verlo competir ya que el sostiene la película. Perfecto en su papel
de Justin Quayle y muy propio al momento de dirigirse con Danny Huston, Hubert
Koundé, Archie Panjabi, Bill Nighy y Pete Postlethwaite. No cabe duda que quedó
perfecto como Justin, el lado opuesto de Weisz. Su fusión se da con
espontaneidad que uno inevitablemente
termina sufriendo en cuanto se revela la verdad.
Hay mucho que podría decir, pero creo que estaría de más. Lo más
importante ya está dicho. Es opcional si se desea complementar la visión
cinematográfica con el libro, pero se debera estar consciente ya que realmente
se tratan de dos productos totalmente distintos entre sí, unificados por los
mismos principios y similares sucesos. A su propio modo son obras
trascendentales que no deberían descartarse, sin importar que hayan pasado 15
años desde su publicación y diez años desde el lanzamiento en los cines.
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