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Sigourney Weaver, referida como la primera heroína de acción y la reina de la ciencia ficción gracias a su icónica personificación de Ellen Ripley en la Saga de Alien, desafió el mundo del cine al convertir a las mujeres en mucho más que damiselas en necesidad de ser rescatadas. Posteriormente llevando al siguiente nivel lo que Carrie Fisher comenzó con Star Wars.
Gracias a la visión que tuvo Ridley Scott en 1979, Sigourney Weaver no sólo hizo historia sino fijó un antecedente al interpretar a la teniente Ellen Ripley, la verdadera protagonista de Alien al no sólo sobrevivir sino destruir al monstruo que asesinó a toda su tripulación en menos de ocho horas.
Tras recibir el Goya Internacional de Trayectoria el año pasado, no sólo España sino todo el mundo giró a verla y escucharla por su excelente discurso, en donde confesó sentirse más querida con esta comunidad que la homenajeaba. Como era de esperarse, destacó la importancia de las mujeres en el mundo del cine y hasta sorprendió al reconocer a su doble voz, María Luisa Solá.
Así de grande y humilde es esta gran dama que en sus setenta y tantos años, nada le impide de seguir dejando su huella e inspirar al futuro talento a darse a valer, muy en especial a sus compañeras a quien cada rato motiva a que sigan presionando por cargos de directoras y protagonistas principales.
Es importante destacar que pudo extender su leyenda de los ochentas a los 2000s y más gracias a su reencuentro con el director James Cameron en Avatar. Aliens se ha convertido en ese tesoro eterno que no pasa de moda, y lo han vuelto a hacer con Avatar: El Camino del Agua en donde Weaver se atrevió a estudiar las conductas de las adolescentes para darle vida a uno de los hijos adoptivos de Jake Sully. Además, fue capaz de estudiar natación para mantener la respiración en la mayoría de las secuencias bajo el agua.
Así que no me digan que la edad es una limitante porque para Sigourney es la prueba viviente de que todo es posible en esta vida, siempre y cuando tenga el valor y la valentía de ir más allá del primer paso, y por eso mismo, es una desgracia que reciba los honores afuera de su país natal. Por decir que su última nominación fue por un Goya gracias a su sólida participación en Un Monstruo Viene a Verme.
El año en que yo nací fue cuando Sigourney Weber regresó como la amada Ellen Ripley en Aliens, consiguiendo ser nominada por un premio de la Academia en la categoría a Mejor Actriz Principal. Esto sí que era bastante inusual por tratarse de una secuela y más por pertenecer al género de ciencia ficción y horror. De verdad que es una distinción fuera de este mundo, al igual que esta misma franquicia. Bueno, al menos fue acreedora del Premio Saturn.
Cabe señalar que apenas era un recién nacido cuando se desató el infierno en LV-426, posteriormente de haber sido destruido el Nostromo. Tuvieron que pasar nueve años para descubrirla y otros 14 años más para redescubrirla y darme cuenta de lo mucho que amaba su trabajo, en especial a la persona detrás de Ellen Ripley.
Recuerdo como si fuera ayer, cuando les suplicaba a mis padres de que me llevaran al cine para ver Alien: La Resurrección en ese otoño de 1997. Eventualmente Sigourney se volvió productora, dentro de lo permitido porque si fuera por ella, Alien 3 no hubiese sido el desastre que terminó siendo y eso que decidió raparse, rompiendo así los tradicionales estereotipos de que una mujer sin cabello no la hace menos sino todo lo contrario. De ahí le siguieron Demi Morre y Natalie Portman, y ya nadie más dijo nada.
Sigourney no era una extraña de filmar escenas bajo el agua, fácilmente participó en la mejor secuencia porque ella misma hizo los stunts. Incluso cuando encesta la pelota de basquetbol, lo hizo justo en su primera toma. Digamos que fue “accidentalmente”, lo pondremos así. Estuvimos tan cerca de verla en una quinta, la actriz sigue dispuesta a regresar y tras el rotundo éxito de Romulus, podría decirse que la esperanza continua.
No se puede negar que la barra quedó alta porque Weaver no era la típica mujer a la que por décadas se nos inculcó en cualquiera de las pantallas con las que nos cruzamos conforme crecíamos. Era dura, determinada y no se dejaba, uno escuchaba porque tenía que escuchar y sí era necesario llevaba su lucha al mundo real y lo sigue haciendo mediante sus interpretaciones y presentaciones, porque ella no se avergüenza de hablar de su pasado, en especial de su experiencia como la Teniente Ripley porque suele estar presente en los paneles de aniversario de las primeras dos entregas.
Obvio que hay mucho más de Sigourney, por ello es necesario recalcar su desenvolvimiento como la intrépida terapeuta Dian Fossey en Gorilas en la Niebla y de la eficiente como superficial directora Katherine Parker en Secretaria Ejecutiva, por las cuales recibió los Globos de Oro por Actriz Principal y de Reparto, respectivamente. Incluso estuvo nominada al Oscar y a los BAFTA de los cuales perdió, y malamente porque desde entonces no ha vuelto a recibir ninguna nominación siendo esto lamentable. No que los necesite.
Incluso desenvolviéndose como la primera dama en Dave: Presidente por un día, del mismo director que la contrató para Cazafantasmas, bastante fascinante verla deshacerse de la comedia como Ellen Mitchell al ponerse al tú por tú con Kevin Kline como su esposo y supuesto presidente de los Estados Unidos. No se diga de lo atrapante que resultó verla padeciendo agorafobia en Copycat. Sí que me costaba verla como la doctora en psicología Helen Hudson, al tener que limitarse a las cuatro paredes de su habitación.
Y con Avatar 3 a estrenarse a finales de este año y teniendo a The Mandalorian & Grogu para el próximo, es evidente que esta actriz es no sólo imparable sino audaz por explorar otros géneros, sin importar que sean raras o de baja costo.
Lo menciono porque otra de las películas que amé fue Galaxy Quest, otra más ambientada fuera de este mundo. Amé su manera de caracterizar a la teniente Madison y su química con Tim Allen y Alan Rickman, fue jodidamente maravillosa que dolía el estomago por lo bien que llevaban a cabo la comedia. Ironicamente, llegó a gustarme más que Star Trek.
Al igual que Sigourney, también tuve pesadillas después de ver La Aldea, pesadillas que se curaron gracias a la adorable Mamá de Alquiler, Wall-E, aunque sólo repitiera las mismas líneas, y como negar mi gusto culposo en Las Estafadoras. Hasta Weaver se miraba más sensual que Jennifer Love Hewitt, ese acento ruso me mataba cada vez que se la escuchaba y es que no voy a mentir, cada rato miraba esta comedia porque era divertidísimo verla seduciendo y engañando a hombres para que se casaran con ella y así ponerles un cuatro para quedarse con su dinero. A parte de compartir escenas con Carrie Fisher, fue un sueño para cualquier amante de Star Wars y Alien.
También es temeraria al experimentar producciones raras tales como Tu Otra Vez, Paul, Chappie, Luces Rojas y La Cabaña del Terror. No hay problema habiendo participado en Avatar en donde lloré por su muerte ya que siempre consideré a la Doctora Grace Augustine como lo mejor, con todo respeto a Sam y Zoe, pero la pasión en la que se proyecta Sigourney sigue trascendiendo como lo hizo recientemente en El Abismo Secreto, que, pese a estar sólo unos minutos, fue suficiente para dejarnos intrigado.
En conclusión, no hay nada que pueda detener a esta gran revolucionaria del cine. Desde niña siempre pidió ser diferente y gracias a Dios no sólo lo consiguió sino lo sigue viviendo y nos lo sigue compartiendo en cual sea que sean sus papeles.
Sigourney Weaver permanece como un ejemplo de superación, inspiración e igualdad porque tanto hombres como mujeres podemos aprender algo de su filmografía sin importar que la mayoría nos limitemos a seguir viéndola como Ellen Ripley.
Al final de cuentas, ambas mujeres son lo mismo porque comparten los mismos valores, la misma fuerza, luchan por hacerse escuchar, saben liderar, son capaces de sobrevivir hasta en los peores escenarios porque así de jodidamente asombrosas son y nadie lo puede negar.
Gracias a Sigourney Weaver por atreverse a transmitir su esencia y a mi madre por presentármela a través de las películas de Alien, pude valorar y respetar a las mujeres desde que era un niño. A nunca hacerlas sentir menos sino escucharlas y seguir su liderazgo sin sentirme amenazado o inferior, sino todo lo opuesto.
Por esa razón se me vino a la mente Sigourney Weber por no sólo dejar huella en la historia del cine sino por dejarla en mi como lo ha de haber hecho y lo sigue haciendo con cualquiera que llegue a toparse con cualquiera de sus películas, no necesariamente las de Alien o Avatar, para ella no existe nada que la limite o la detenga, ni siquiera su edad, ella es y permanece siendo una gran mentora para cualquiera que busca ser la mejor versión de uno mismo en cualquier situación en la que te encuentres.