La comedia romántica basada en la novela de Emily Giffin se sintetiza en una especie de triángulo amoroso donde las cosas no son lo que aparentan a primera vista. En sí, no es una historia de amor difícil de seguir, pero tampoco es fácil de predecir por la buena coordinación en sus retrasos dramáticos. A pesar de basarse en una línea recta de tiempo, existe dos o tres secuencias ubicadas en el pasado con el propósito de mostrarnos el contexto que respalda los sucesos ocurridos dentro de los primeros quince minutos.
Es interesante notar que el reparto en general es carismático por excepción de dos actores a quienes no tendrán inconvenientes para situar. En primera instancia, Ginnifer Goodwin es agradable de ver por su sonrisa genuina y su belleza natural. Dentro de su papel de Rachel White, se comporta tímidamente. Me gustó poco más su aspecto físico en las escenas del pasado; sin embargo, tampoco está nada mal el actual. Me sorprende su capacidad de mostrarnos su dolor interno acompañado de unas auténticas lágrimas como su modo de expresar sus deseos reales.
En contraste a Goodwin, Kate Hudson continúa como la mujer extrovertida y agrega un lenguaje vulgar y directo como Darcy Rhone. Este personaje es similar al que interpreta en Guerra de Novias, pero llevado un poco más al extremo. Desafortunadamente no suele caer bien excepto cerca de la conclusión. En momentos otorga unas cuantas risas, pero básicamente su existencia tiene como objetivo competir con Goodwin y ser la otra cara de la moneda.
Colin Egglesfield se coloca en el centro de la atención como el aplicado Dex Thaler. También sus gestos son claros y el modo de enseñar su confusión no tiene precio. Es una figura carismática que erróneamente se ve igual en los segmentos del pasado. Curiosamente no suele lucir con Hudson sino con Goodwin, puesto que esta pareja comparten una excelente química atractiva.
La verdadera reliquia de la comedia es John Krasinski, quien se encuentra con más libertad en los diálogos que en Enamorándome Mi Ex. Básicamente juega el papel del mejor amigo o compañero pero con un secreto en su interior. El clásico galán pero con respeto y humildad. Debo admitir que sus frases tienen sentido y en cierto modo, sirven como consejos por la madurez en que fueron escritos. Como mención adicional, Steve Howey como Marcus nos provoca detestarlo como también aceptarlo por su modo de compensar sus defectos con cualidades.
El director Luke Greenfield no tendrá experiencia en este género pero creo que por lo menos logra un producto simpático a pesar de las pésimas críticas recibidas. Honestamente no hay mucho de qué hablar, la trama se ha visto con anterioridad y por ende no hay secretos aunque se presientan. Todo es cuestión de moral, el valor de la amistad y la presión social. Es seguro que algunos se sientan identificados o les recuerde a personas que pasaron por esta etapa.
No existe un momento que admires porque en sí, suele sentirse genérico y clásico por su familiaridad, haciendo caso omiso a las escenas de baile. Uno de los grandes logros es colocarnos en dudas sobre lo que suponemos vendrá. No será totalmente conmovedor pero sobresale por su humanidad.
En conclusión, es un tema actual y típico manejado primeramente con seriedad pero con una mezcla de confusión por la dirección empleada. Las interacciones sociales en momentos suelen sentirse vulgares por las conversaciones provenientes principalmente por una de las protagonistas. Más no es para asustarse y mucho menos que vivimos en un mundo un poco más libre.
Cumple con el propósito de entretener,
pero no es la última Coca Cola del Desierto.
1 comentario:
A mí me gustó mucho la película No me Quites a mi Novio, yo la vi en hbo go y se las recomiendo, si no la han visto háganlo, está muy buena y es entretenida.
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