Basada en los hechos reales de la plataforma petrolera Deepwater
Horizon en el Golfo de México en 2010, se narra la gran batalla de
sobrevivencia que dieron los trabajadores en conjunto con las consecuencias que
lo condujeron a convertirse en uno de los peores y controversiales desastres de
la humanidad.
Posteriormente del rotundo éxito de El Último Sobreviviente, la
segunda reunión del director Peter Berg y su protagonista Mark Walhberg culminó
en otro triunfo cinematográfico gracias a su tremendo profesionalismo entorno a
los delicados sucesos. Hubo mucho respeto de por medio, acompañado de
honestidad y valentía por mantenerse fiel a las fuentes.
Pese a enfocarse en los efectos especiales, la dirección de Berg
cautiva no sólo por su suprema visualización sino por el desarrollo emocional
de sus protagonistas. Cada uno importa ya sea en el fondo o en el primer plano,
sin excepción, tienen sus momentos siendo esto una característica fundamental
para comprender el proceso contextual de esta tragedia.
La ambientación va acorde a las especificaciones contextuales lo cual
lo torna intrigante. Cada proceso, sistema y protocolo se nos explica con
claridad lográndose así comprender el panorama en su totalidad. Los riesgos que
se corren en este oficio son de prestarse atención y no sólo en el tono humano
sino tecnológico y ecológico, porque nos afecta en general.
Se requiere profesionalismo y una amplia gama de conocimiento,
estudios y experiencia porque la esperanza o el tanteo es lo peor que se puede
aplicar bajo estas circunstancias. La importancia de llevar a cabo pruebas costosas
tiene su justificación y su negación sólo trae consigo consecuencias como se
estipula dentro de esta detallada historia.
La importancia aquí es la reacción humana ante esta clase de desastres
y el guión lo deja bien claro al introducirnos las distintas situaciones de
cada integrante, en esencial la conectada con la familia porque he aquí el
autentico gancho. Excelente detectar que tanto director como guionistas se
encontraban en el mismo plano de representación humana.
Yéndonos al campo visual, vaya
manera de activar la adrenalina en uno porque la tensión generada en sus
extraordinarios efectos te mantiene a la expectativa tras una introducción
simpática en manos de Kate Hudson, Mark Walhberg y la niña. Aunque lo duden, la
secuencia de la caída de Deepwater Horizon es dolorosamente épica en mayor
parte a su elenco.
Walhberg no acapara la pantalla como creerías; su personaje es
esencial pero aún más en compañía y he aquí su formidable contribución cuando
emite su profunda preocupación durante el tercer acto. Su química con Hudson se
torna una revelación desde cualquier plano. Esperemos y no sea la única vez que
trabajen juntos.
Kurt Russell ejecuta una de las secuencias estruendosas considerando
la situación en la que se encontraba. Me alegra haber tenido una escena
compartida con su hija Hudson, breve pero apreciable. Tampoco podemos
olvidarnos de Gina Rodríguez y Dylan O’Brien, poca presencia pero lo
suficientemente justificables para importarnos.
Ni se diga de John Malkovich, sin importar el rol que desempeñé,
siempre entrega lo mejor aunque en esta ocasión haya sido el antagonista
corporativo. Tan así de eficaz como siempre. También hubo otros como Suplee,
Frost, Sande y Maldonado que contribuyeron con un poderoso sentimentalismo en
medio de la recreada brutalidad.
La convergencia entre los Efectos Especiales, la Cinematografía y la
ejecución del sonido ponen en alto nombre a esta producción porque su edición
fílmica nos transmite ese miedo ante el fuego esparcido alrededor de Horizonte
Profundo. Inclusive desde antes, se nos va transmitiendo esa vulnerabilidad de
la cual no podemos despegar la vista ni por un segundo.
En conclusión hemos dado con una emocional travesía inmersa de acción,
suspenso y poderosas actuaciones que nos muestran la peor tragedia en la historia
petrolera de los Estados Unidos.
Calificiación: 4½ de 5 estrellas
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