martes, 21 de agosto de 2012

Crítica de La Era del Rock (Rock of Ages)



La comedia musical adaptada del broadway de Chris D’Arienzo resultó un viaje dichoso para todo aquél que formó parte de la generación ochentera o para cualquier amante del Rock and roll. Sin importar la edad, es imposible no contagiarse de estas canciones clásicas que transmiten emoción, diversión, pasión y nostalgia.

La historia es básica: una jovencita Sherrie viaja desde Tulsa, Oklahoma, hacia Los Ángeles para cumplir su sueño de convertirse en cantante de rock. Por fuerza del destino se encuentra con Drew, un joven humilde del Bourbon Room que posee las mismas intenciones de alcanzar fama. Ambos inician una relación narrada desde varios números temáticos e interactúan con las grandes figuras del negocio llevándose tanto sorpresas como desilusiones.

Por otra parte contamos con subtemas que se centran en la vida del cantante Stacee Jaxx quien no es totalmente lo que parece creerse a pesar de subrayarnos ese concepto a través del manejador. Tampoco puede faltar la clásica purista-evangelista que busca abolir esta conducta liberal mientras el dueño con su asistente hacen lo posible por conservar este estilo de vida dentro de su decadente local.

Hasta eso se maneja un buen desarrollo de personajes, las canciones los ayudan a definirlos y luego se desatan a su naturaleza. La selección de números van desde movidas hasta baladas y cada una de estas contribuye satisfactoriamente con la trama. Es cierto que suele sentirse superficial, sensualista o saturada, pero ese era el modo del rockero, simplemente pasarla bien, amar, bailar y cantar.

Tener a Adam Shankman en la dirección fue bastante fenomenal por la previa experiencia en Hairspray y series de televisión de Glee y Modern Family. Mezclen estos tres y exactamente contamos con una obra creativamente musical y altamente graciosa. Shankman conoce cada detalle de la obra y en su proceso coordina a un reparto donde ya sea individual o en grupo lucen como verdaderas estrellas cuando se trata de esparcir toda clase de sentimientos.

Lo anterior se refleja en la edición final; debe aplaudirse las transiciones entre auditorio o escenarios. El vestuario es decente como la dirección artística, pero donde se intensifica la calidad es en los efectos de iluminación, las distintas localizaciones y los números musicales. Tampoco debe ignorarse el catalogo de canciones, ya que se eligieron los más representativos de esa década y hasta se mencionaron los orígenes del pop noventero.

Debido al límite del tiempo, algunas canciones se redujeron a un popurrí de tres máximo, no afectó en lo absoluto ya que las esenciales mantuvieron su duración completa. Quizá un factor negativo es que ninguno de los actores logra tener un número por su propia cuenta. Siempre cantan dos o más, pero nunca se están solo. Aun así, no se desacredita la correcta edición de sonido no sólo por su sobresaliente cualidad sino por el aprovechamiento de sus distintas localizaciones.

Hora de analizar las actuaciones del reparto las cuales son la razón por la cual no puedes dejar pasar esta película:

La actriz y cantante de country Julianne Hough se desempeña con carisma e inocencia mientras su compañero Diego Boneta, actor y cantante mexicano reconocido por la serie Rebelde, se muestra más tímido pero con facetas de extroversión. Esta pareja es fácil de estimar por tratarse de una relación humilde en un mundo alocado. Asimismo manejan los números musicales con destreza, saben expresarse y sus duetos son irresistiblemente sobresalientes refiriéndome a Waiting for a Girl Lie You y Don’t Stop Believen.

En un sello personal, Hough se hace notar en Just Like Paradise por reflejar ese optimismo, posteriormente se desarrolla sentimentalmente con Heaven y se fortalece con Harden My Heart. En referencia a Boneta, éste demuestra su potencial en este género con Juke Box Hero, More Than Words y I Wanna Rock. No obstante, el verdadero icono de esta adaptación se lo lleva Tom Cruise con su fenomenal e inusual caracterización del músico Stacee Jaxx.

Cruise nos provoca muchas risas por su frialdad, modismo y dicción. Su vestimenta exuberante lo hace ver como una verdadera estrella de rock y su modo de moverse en el escenario es simplemente espectacular ¿Quién hubiera dicho que tenía voz? El hombre de acción supo dominar Wanted Dead or Alive no sólo con la letra sino con su cuerpo. Además el dueto con Malin Akerman es un resalte por tratarse de la favorita I Want to Know What Love Is, interpretada desde un modo sensual que inesperadamente funciona dentro de su contexto.

Los siguientes en la línea de la comedia son Russell Brand y Alec Baldwin, cada frase y cada gesto es hilarante. Inclusive su canción Can’t Fight This Feeling por más seria que sea, se siente maravillosamente graciosa por esos encuadres entre los dos. Brand seguirá encasillado en el mismo estereotipo pero es lógico y en cierto modo, complementa el sarcasmo de Baldwin.

Entre el reparto: Paul Giamatti sabe como disgustarnos como el manejador bastardo, Catherine Zeta-Jones será también la antagonista pero nos entrega una sobresaliente coreografía con Hit Me With Your Best Shot y en la última escena, simplemente se roba la función con ese atuendo que nunca imaginé verla así. No nos olvidemos de Mary J. Bridge, directa, recta y concisa. Entre sus participaciones se destaca en Any Way You Want It y Every Rose Has Its Thorn.

En conclusión, no se encuentra a la altura de Vaselina y no se acerca en lo absoluto al arte de Chicago. Comercialmente hablando se encuentra en la liga de Hairspray o Moulin Rouge, pero en cuestiones de historia y desarrollo, permanece por detrás de Mamma Mía y Encantada. Aun así vale la pena revivir la Era del Rock porque no sólo te entretienes con su catalogo de rock sino te desestresas gracias a su imparable comicidad.

Después de verla, muchos volverán a jugar Rockband para revivir esa época.

1 comentario:

Adrian Andrade dijo...

Excelente manera de cerrar con Don't Stop Believen!!!