Posteriormente de la
Segunda Guerra Mundial, la ciudad de Los Ángeles está siendo dominada por el
mafioso Mickey Cohen, un retirado boxeador quien ha logrado posicionarse como
la figura más poderosa del mundo criminal. Intocable por la corrupción
policiaca y temido por su brutalidad, Cohen tiene fijo la expansión de su
imperio hasta que el Comisario Parker decide contratar al Sargento O’Mara para
que le haga guerra y en su proceso, desmantelé estas operaciones ilegales.
Interesantemente,
Ruben Fleischer es reconocido por su sarcástica dirección en Tierra de Zombies.
Seguramente nadie anticipaba que contará con la habilidad de dirigir una obra de
carácter personal. La comedia está presente mediante diálogos satíricos más la atmosfera
de suspenso en las secuencias sangrientas son naturalmente explosivas. Algunos criticaron
este estilo brutal, pero ¿cuándo se ha descrito una guerra con belleza?
Desde ese enfoque,
Fleischer se acercó a Los Intocables tocando la política de ese contexto, filtrando
el interés humano, añadiendo la temática del bien con el mal y creando ese
gancho sentimental con los protagonistas. Aunque se haya excedido en el
contenido belicoso, todo se desenvuelve en una batalla emocionalmente épica.
El guion de Will
Beall carece del desarrollo de los personajes porque solamente llegamos a conocer
al personaje principal y su antagonista. En cuanto al resto sólo recibimos
algunas referencias de su pasado a través de los intercambios de palabras entre
ellos. Me hubiera gustado saber un poco más, pero me conformó con tener
establecidos sus objetivos. Generalmente es una buena historia de acción debido
a la aplicación de la fórmula básica.
Sean Penn se roba la
película porque desde su primera escena hasta el final, es detestable. Cada
gesto, comentario o movimiento físico son tanto asombrosos como terribles de
ver. Realmente es la figura de la opresión y se puede sentir. Por otra parte, Josh
Brolin comparte esa iniciativa por pelear aunque su enfoque va dirigido al sacrificio
común. Como todo soldado, no sabe cuándo abandonar esa adrenalina.
Este personaje de John
O’Mara es fascinante porque Brolin logra definirlo. Siempre estamos atentos a
su forma de actuar y aunque no sea tan inteligente o al menos calmado, se
aplaude su necesidad de hacer algo al respecto. Su relación con los demás es
neutral ya que no se explora este aspecto social. A excepción de Ryan Gosling
con quien comparte varios momentos fuertes.
Aprovechando la
mención, Gosling mantiene la misma química con Emma Stone haciéndonos imposible el no sentirnos
preocupados por el peligro que los rodea. Esta pareja recurre a algunas
características de sus papeles en Loco y Estúpido Amor, siendo la diferencia su
manejo meramente pasajero. No existe melodrama por su forma directa de ejecución,
pero es lo suficientemente respetable para importarnos.
Cabe mencionar que Nick Nolte, Mireille Enos, Anthony Mackie, Giovanni
Ribishi, Michael Peña, Robert Patrick y Sullivan Stapleton, conforman un
reparto multifacético. Cada uno de ellos cumple con su función y afortunadamente
nos enganchan. No sólo Brolin, Stone y Gosling tratan situaciones dolorosas,
también ellos aportan ese desgarre humano.
Concentrándonos en lo artístico: el vestuario cumple con los estándares
de esa época pero ninguno es tan reluciente como el vestido rojo de Stone.
Combinado con el maquillaje y el color de su cabello, la actriz indudablemente
se miraba como una atracción codiciada. En parte se vinculaba con el poder de
Cohen lo cual era de su propiedad y de nadie más.
Las localizaciones en compañía de la música recrearon ese famoso
estilo de vida social en 1949. Las mansiones, las casas, los casinos, el
departamento de policías, las calles y negocios sucios, fueron aprovechados con
un toque de arte. No obstante, la edición se concentró en la creación de intrépidas
secuencias de acción. No decepciona en esta área, al contrario, innova con
ligereza.
La edición es un poco cortante, probablemente parte de su
intencionalidad. Parecieron atrayentes las pausas mezcladas con la luz en los
disparos, como un tipo de proyector de nervios. En conclusión, esta adaptación
inspirada en hechos reales termina siendo un relato formidable por su
naturaleza violenta y constante conexión humana.
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