Debo confesar que
esta novela no es fácil de leer debido al extenso manejo de tecnicismos y
lenguaje científico en la prosa de Julio Verne. Algunos niños podrían perder
interés con sólo leer los primeros capítulos aunque una vez adentrándose a la
aventura, su ritmo pausado y exceso de contenido se enfoca más a educarnos que
entretenernos, y eso que su género es de ciencia ficción.
Este sentimiento es
comprensible por el hecho de que fue publicada en 1864, por tanto se trata de
un lenguaje empleado hace más de 200 años. Desde entonces hemos evolucionado
bastante y en el ramo tecnológico. Aunque su temática principal sigue
intrigándonos hasta la actualidad por darnos una sutil respuesta a lo que yace
debajo de nuestra preciada Tierra.
Sin importar su
ficción, la obra está bautizada bajo el intelectualismo y el conocimiento
científico como lo vemos reflejado en el Profesor Lidenbrock, nuestro protagonista
al lado de su nieto Axel con quien fácilmente nos podemos identificar por su
inocencia ante este desconocido contexto subterráneo del cual se dispara el
entusiasmo al momento de explorarse el centro de la Tierra.
Cuando supe de la
adaptación cinematográfica por el 2008, no encontré atracción alguna en acudir
a verla, especialmente tras ver en los avances que la línea del tiempo iba
encaminada a nuestro presente en lugar del viejo pasado en la cual fue
concebida la historia. Desde un principio sabía la ausencia de una directa
fidelidad por lo que decidí ignorarla a pesar de haberse convertido en un triunfo
taquillero al recaudar $ 240 millones a nivel mundial.
Irónicamente renté
Viaje 2: La Isla Misteriosa, honestamente extrañé a Brendan Fraser ya que su
interpretación fue más seria y ligeramente cómica en contraste con el humor
chusco de Dwayne Johnson. Además este trío original resultó más carismático, el
otro elenco era más exagerado en sus reacciones y como que los efectos
especiales se excedieron a la altura de saturar la esencia de su título.
Ciertamente la
original es fantasiosa pero tolerable y en omisión de la secuela, aquí existe
un vínculo sentimental que conecta con el núcleo de su trama: el destino del
padre de Sean Anderson que a su vez es el hermano del Profesor Trevor. Era de
esperarse que no se respetará al 100% pero en cierto modo los guionistas fueron
fieles a la formula narrada.
La novela en sí se
respeta y la prueba yace en sus directas referencias bajo diversas circunstancias.
Todo lo que leímos lo presenciamos tal a lo descrito pero bajo nuevos ojos
dentro de una era contemporánea. De lo contrario, nadie se hubiese interesado
por una vieja sociedad. Eric Brevig hizo un espléndido trabajo en enfocarse a
la aventura balanceándola con el contenido expresado en la novela, su dirección
hace que el tiempo vuele conforme descubrimos este nuevo mundo.
Sí que Josh
Hutcherson estaba más jovencito, su dinámica con Fraser resultó mucho mejor que
con Johnson, lo mismo con Anita Briem. Quizás porque en la segunda eran mucho
más personajes de lo que la ocasión lo ameritaba. Lamentablemente dado el
incremento hacia los $ 325 millones, Dwayne Johnson ha sido contratado para la
tercera y cuarta parte, bloqueándole la oportunidad a Fraser de poder regresar
a la franquicia de la cual el mismo posicionó, después de todo él la produjo.
Me parece sugestiva
la creación de la cultura verniana, asimismo que la novela haya sido
evidenciada como una especie de reliquia que a su vez sirve como mapa para los
nuevos integrantes. En ningún momento la vuelve predecible, al contrario valida
su fondo porque Lidenbrock recobra vida. Muy similar a Narnia, obviamente no me sorprende
tratándose de Walden Media, mas creo que no había otra manera de recalcar la
trascendencia de este clásico libro.
Tardé seis años en
finalmente verla, de vez en cuando me la encontraba empezada en la televisión
pero por buena suerte, la vi anunciada con anticipación y vaya que si me había
perdido de un buen viaje. Sinceramente no le veo el caso de indagar en las
diferencias entre novela y película, creo que ya quedó claro cómo funcionaron
las cosas.
Acaso no es
obvio.
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