Apenas hice conciencia de que el febrero pasado se
cumplieron 20 años desde el épico, brutal y controversial lanzamiento de La
Pasión de Cristo en 2004, la cual rompió un par de records y consiguió
convertirse en la película más taquillera de ese año recaudando $ 622.3
millones mundialmente contra un presupuesto de $ 20 millones.
Desvalorada por los críticos y por los votantes al ignorarla por completo
en cada entrega de premiaciones a excepción de los People Choice Awards donde obtuvo el Mejor Drama para
variar. Lo recalcó por lo sobresaliente que es esta adaptación cristiana desde su
cinematografía, montaje, edición, sonido, música, actuaciones, dirección… de verdad que merecía estar galardonada a la altura de Ben Hur.
Regresándome a esa primera vez en que me preparé para verla, yo tenía 17 años y recuerdo perfectamente andar nervioso de
que me no me dejaran entrar a las salas por ser sólo apta para mayores de 18. ¡Por un maldito año! Si no
mal recuerdo, mi padre distrajo al que recolectaba los boletos al hacerle plática como solía hacerlo fácilmente con cualquiera, y pues dada la distracción mientras revisaba los boletos, rápidamente me adentré para tomar mi asiento y mantenerme oculto.
Irónicamente dejaban entrar a los niños a las funciones de horror e inclusive de contenido sexual, mas producciones violentas como las de Arma Mortal o John Wick, nada más no se podía sin previa identificación de por medio. Desconozco si esto siga aplicándose ahora que soy un adulto sin niños o bastardos. Lo que sigo viendo es que metan a los pobre bebés, se me parte el corazón escucharlos llorar.
Ah pero cuando quise comprar los boletos para la función de John Wick, no me los quisieron vender porque como no estaban mis padre conmigo, asumieron que metería niños. Eso fue en el 2014, hoy en día ni he investigado y ni me han contado.
Esta
adaptación podría decirse que es mi evidencia sobre mi absoluta fe en Jesús y
la aceptación de su gran sacrificio por nosotros. Es imposible que no se torne lo bastante personal, tan así que llega a doler y por esa razón suelo reproducirla cada
dos o tres años porque me parece importante nunca olvidarme de este importante
sacrificio.
Además, si
de verdad no creyera como a veces suelo sentir, no me la pasaría llorando ante las
circunstancias presentadas, y es que cada vez que la veo me suelto llorando y en
mayor parte la música podría ser la culpable de ello por lo asombrosamente épica y emocional que suena. De igual forma, al final todo recae
en cada uno de nosotros interpretarla a nuestro humilde punto de vista.
A todo ello, se nos
olvida hace hincapiés en todo lo que sufrió Jesús, y seguramente fue escaso lo
mostrado en la gran pantalla a pesar de señalarla como exagerada ¿Será? Y es
que Mel Gibson hizo algo autentico cuando filmó esta historia delicada, intento
abarcarlo lo sucedido en la Pasión de Cristo y por ello se siente tan
familiar y relevante para cualquiera que sea o no cristiano.
Inclusive
haberse filmado en arameo la colocó en otro nivel que nunca se había visto con
respecto a las adaptaciones cristianas. Tan así que Jim Caviezel la pagó duró
al ser cancelado enseguida de Mel Gibson quien atravesó una mala fase. Digan lo que digan, La Pasión de Cristo va
mucho más allá de ser entretenimiento, es algo personal y necesario de ver.
Hasta me
atrevo a referírmele como una reforzadora de la fe y nada más no tiene
comparación. Desconozco si se siga promoviendo en tiempos de cuaresma, lo
sabremos con certeza una vez que aterricen las dos secuelas de las cuales Mel
Gibson se encuentra trabajando. Entretanto, hago mi parte al recordarla en este
medio.
Continuando con el espíritu de la semana santa, sentí prudente dejar
pasar 1,000 años para situarnos en El Reino de los Cielos (Cruzada), la versión
extendida del director de Ridley Scott es una desvalorada obra maestra y todo
porque el estudio se atrevió eliminarle 45 minutos de trascendental relevancia.
Para
quienes la desconocen… la travesía de Balian es una historia digna de narrarse
y de seguirse por los valores que se manejan y su alto grado de conciencia con
respecto al panorama político, religioso y social. No cualquiera aprecia la
mano de obra de Scott, en especial este que pocos han podido dominar.
En ese
entonces Orlando Bloom era reconocido por El Señor de los Anillos, Piratas del
Caribe y Troya, por tanto, estaba más que listo para cargar con el peso de este
tremendo drama y teniendo a Jeremy Irons, David Thewlis, Brendan Gleeson,
Marton Csokas, Edward Norton, Liam Neeson y Michael Sheen, no había nada que
temer como nos lo demostró al introducirnos a Eva Green quien más tarde dejaría
su huella en el majestuoso reinicio de James Bond.
Nunca me
cansó de ver esta interpretación del Reino de Jerusalén, los diálogos sobre el
cristianismo, las distintas percepciones, las referencias a Dios y el respeto
hacía los musulmanes. La batalla al final sigue manteniéndose como de las
mejores por lo que significaba para todos los involucrados. Por añadir incluso las frases del sacerdte.
La versión
original la hace ver demasiado simplista, que pese a ello me encantó, pero ya
la versión de 3 horas en definitiva la vuelven trascendental y necesaria por el
profundo desarrollo de los personajes al encontrarse lidiar con decisiones que
no sólo impactan a ellos sino al Reino. Lanzada un año después de La Pasión de
Cristo, es a lo que me refiero que sería interesante hacer una especie de
universo bíblico.
19 años
han pasado y a través de mi blog he tenido la oportunidad de recomendarla. Es
curioso que recuerde bien cuando me la encontré en la Best Buy de San Diego a sólo 5
dólares. Había escuchado de este corte del director pero en esos tiempos era
complicado dar con estos títulos exclusivos y me da gusto haber aprovechado el
momento para comprarla y nunca olvidarla.
Sin
querer queriendo, la personalidad de Balian es una de las que siempre he
aspirado a seguir por la fe que representa, la conciencia y la brutal de
honestidad de decir la verdad aunque te lleve a la muerte. De verdaderamente
respetar al enemigo y no desearle mal. La frase de que tu alma es tuya y de
nadie más más que lógica es una verdad que me hace comprender la razón de temer
a Dios.
Temerle
en el buen sentido de la palabra porque si de algo carece nuestro mundo hoy en
día, es que ya nadie siente el temor de Dios. De sólo imaginarme estar frente a
él y por lo que debo responder, por mí no por lo que me dijeron otros. Tanto
políticos como reyes deberían prestar nuca atención y si no es el caso, existe
la esperanza y el perdón.
****Conitnuará*****
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