lunes, 30 de septiembre de 2024

Ridley Scott y El último Duelo

 


A dos meses del anticipado estreno de Gladiador II, me encontré con la necesidad de hablar de un título desvalorado en la filmografía del director Ridley Scott. A decir verdad, uno de varios que no han recibido la suficiente atención dado a que los críticos tienden a ser duro con él a pesar de éxitos como Alien, Blade Runner, Gladiador, Hannibal, La Caída del Halcón Negro, Cruzada, Un Buen Año, American Gangster, Robin Hood, Prometeo, The Martian y sobre todo El Ultimo Duelo (The Last Duel) en el cual he decidido enfocarme por ser de esas joyas juzgadas a simple vista.

Ridley Scott no es ningún extraño cuando se trata de adaptar producciones medievales, y más cuando llevan religión y política en su narrativa. No serán históricamente acertadas pero este incomprendido genio ha dejado claro en varias ocasiones que no está interesado en hacer documentales sino en contar historias que nos pongan a cuestionar sobre la naturaleza humana a partir de personajes complejos en cualquiera de sus diferentes entornos.

Scott se inspira en ciertos sucesos verídicos y se deja llevar por su tremenda visión, cosa que ha sido altamente criticado hasta el grado de quererlo retirar cuando obviamente el señor aún cuenta con la capacidad de no sólo darnos más sino de ponernos a pensar en todo lo que nos rodea a nuestro alrededor y de cómo percibimos la realidad a la que se nos ha inculcado con el paso del tiempo.

Por eso mismo decidí tomar El Ultimo Duelo como el ancla de este análisis por desenvolverse mediante tres puntos de vistas de los cuales no están tan alejados de lo que sucede hoy en día. Muy en especial sobre la situación de la mujer debido al patriarcado establecido desde los tiempos bíblicos. Algo que no se puede negar de Scott, es que tiende a dirigir mujeres empoderadas en sus películas y muchas de estas actrices le deben sus carreras por ser descubiertas, entre ellas, Sigourney Weber, Eva Green, Marion Cotillard, Noomi Rapace y recientemente Jodie Comer.

Cualquiera que haya trabajado con este controversial “director y productor”, se expresa maravillas de éste y Matt Damon no es la excepción al haber recurrido de nuevo a él trayéndose a Ben Affleck al convencerle de dirigir su guion, que al lado de Nicole Holofcener, cobró valor e impacto por la manera en que la mujer es representada en este periodo situado en el año de 1386. Sumisa, callada y obediente a todo momento y bajo el mandato de los hombres. Más que una mujer, formaba parte de la propiedad del padre para comercializar el legado de la familia a través de los hijos varones.

Lo repito de nuevo, han pasado más de 600 años y algunas cosas nada más no parecen cambiar, por eso mismo concuerdo con Ridley en que este relato era necesaria de contarse y más por lo que tuvo que luchar la dama Marguerite de Carrouges al poner su propia vida en la línea por un crimen del cual muchas mujeres callaban por encontrarse en un mundo en donde el poder de los hombres era lo único que importaba, y sigue importando si uno se puede a revisar. Por decir que tampoco la Iglesia ayudaba con sus creencias tan arraigadas, tan fácil era condenarlas por su vestimenta liberal y comportamiento tanto dudoso como coqueto.

Eso de imposible concebir en una violencia por no haber amor o ser culpada al no darle hijos a su esposo por no sentir placer en el acto. Hasta es doloroso reírse al considerar que ya porque una mujer te sonría sea considerado un coqueteo cuando en sí sólo estaba siendo amable. La escena en donde una de las amigas opta por perjudicar a la otra al tergiversar sus palabras con tal de quedar bien con el marido, me resulta familiar incluso en mis tiempos.

Por ende es impactante ver a esta protagonista que no se deja caer en dilemas, sino desde el principio decide decir la verdad, buscar justicia para que al final se arrepienta al darse cuenta que podría perder la vida sin siquiera darse el lujo de pelear por ella debido a que su defensa recae en su esposo cuya intención principal era recuperar su honor por la rivalidad que se venía sembrando con su supuesto mejor amigo.

La escena donde la joven está cargando a su bebito es conmovedora al revelar su arrepentimiento por no haberse quedado callada al desconocer que su hijo podía quedar huérfano y condenado. No tanto por morir quemada, sino por poner la vida de su hijo por encima de ella como una madre haría. Más no todo es malo, esta travesía tenía que suceder para así relatarse en la poderosa metodología de Scott que sin importar que haya sido un rotundo fracaso en taquilla, personas como yo no podemos dejar que pase desapercibida y mucho menos con Gladiador II cerca de estrenarse.

Inclusive, ciertos estereotipos y prejuicios se nos son mostrados de los cuales terminan por asombrarnos y más desde la perspectiva de Jodie Comer, a quien aplaudo su interpretación como Marguerite porque las dos versiones de la violación fueron tan incomodas de ver y emocionalmente desgarradoras. A pesar de haber sido ensayadas, se puede percibir cierto realismo en sus gestos y temblantes expresiones. Me fue imposible mantener los ojos abiertos, a cada rato los cerraba porque es algo que sigue sucediendo hasta la fecha al ser disfrazadas de seductoras interpretaciones (la típica frase de que ella se lo busco).

Su historia siendo referida como la Verdadera, nos aterriza en el plano serio tras habernos adentrado en las otras dos. Como si se tratase de los testimonios del juicio, Matt Damon como Jean de Carrouges se nos presenta como un buen hombre, que se preocupa por su honor, cuida de su esposa, es leal al Rey y cumple con las normas sólo para que sea una y otra vez traicionado por su supuesto mejor amigo Jacques Le Gris, cuya participación de Adam Driver nos hace odiarlo por lo cabroncete que es. Durante la secuencia final, me hallaba aferraba a mi asiento por lo invertido que me encontraba en el destino de Marguerite.


Obvio que cada uno de estos caballeros trata de describirse de la mejor manera, y quizás tengas uno que otro punto a favor, Jean más que Jacques, porque el segundo no tiene perdón alguno tratándose de un crimen que suele ser desacreditado como sucedió con esta película, y en parte lo entiendo, malamente. No es lo que uno esperaría de este reconocido director, al menos en los escenarios de batallas porque solamente tenemos el duelo final y una que otra batalla mostrada en breves partes. Nada cercano siquiera a lo visto en Cruzada o Robin Hood, no que sea malo, aclaro.

Y es que la importancia aquí recae en el testimonio de Marguerite, lo que estaba en juego al denunciar su violación ante la Iglesia y ser tachada de culpable por provocárselo ella misma según los hombres de Dios. Los alegatos en la corte te hacen reír de tontas que estaban tales creencias. Eso sí, me pareció esencial que los rostros de las mujeres fuesen de un disgusto visible e incertidumbre ante el destino de su compañera a quien comprendían a pesar de no conocerla.

Incluso la escena en donde la madre de Jean regaña a Marguerite por poner la vida de su hijo en juego por no quedarse callada al revelar que ella misma también fue víctima de violación, pero a diferencia de su nuera, se quedó callada al igual que todas las mujeres de esa época por tratarse de un mundo de hombres, porque hablar sólo las condenaría no sólo a ellas sino a su familia, muy en especial a los hijos.

Sinceramente, esa escena es suficiente para haber repartido ciertas nominaciones entre el elenco, y no se diga lo asombrosa que resulta la puesta en escena, desde el arte hasta los vestuarios y la épica música. Sin importar que solo hayamos tenido un duelo a muerte, lo que estaba en juego impulsado por la construcción de los tres protagonistas fue suficiente para convertirla en una de las mejores adaptaciones de este director a quien a cada rato quieren retirar por no comprender la moraleja que imparte en cada una de sus adaptaciones, por incluir a NapoleónTodo El Dinero del Mundo y Alien: Covenant.

Ridley Scott no es un jovencito, considerando su edad es de esperarse que haya hecho comentarios controversiales al culpar a las generaciones de ahora, por lo que es parte de su frustración, aunque no ha sido de todo un fracaso ya que se dice que ha encontrado siento interés en las plataformas de streaming, así que de verdad espero con la llegada de Gladiador II, muchos decidan visitar su filmografía para que así puedan toparse con El Ultimo Duelo porque este es un duelo mental que no pueden perderse, nada más no pueden.

Como mención adicional: Ben Affleck sí que nos saca un disgusto como el Conde Piere, su química con Adam Driver es tan enfermiza que en momentos volteaba hacía otra parte ante la depravación tan visual. Hasta eso, el estilo es implícito por lo que no hay nada tan explicito en la pantalla. Me temo que ya depende de la mente de cada uno sí es que suelen imaginárselo a detalle. Por otro lado, el aspecto político sí que nos hace quejarnos porque es imposible no reconocer esa frustración que ocasiona cuando las personas en el poder hacen lo que quieren sin consecuencia alguna.

La verdad que me arrepiento de no haberla visto en los cines, dado que aún nos encontrábamos en pandemia, bien recuerdo lo difícil que era salir por el constante miedo de atrapar el virus ante la inexistencia de las vacunas. Napoleón no habrá sido de mi total gusto, por cuestiones del desarrollo personaje no tanto por la cinematografía, pero eso sí, la dirección de Ridley la aprecio a la misma altura de El Ultimo Duelo como seguramente será el caso con Gladiador II.

No hay comentarios: