Capitán Philips narra
el intenso secuestro que experimentó la tripulación del Maersk Alabama por los
piratas de Somalia. Como cualquier día, Richard Philips se prepara para navegar
rumbo a Mombasa tomando las debidas precauciones del navío. Debido a varios
reportes de piratería, decide llevar a cabo un ejercicio de entrenamiento resultando
en una amenaza real. Este giro de eventos lo pondrán al límite ya que Philips
tendrá que recurrir a sus instintos y experiencia en orden de poder sobrevivir.
Pese a la ligera
controversia sobre la autenticidad de los sucesos, el guión de Billy Ray está
basado en el libro A Captain’s Duty:
Somali Pirates, Navy SEALs and Dangerous Days at Sea, mismo que escribió
Richard Philips con el apoyo de Stephan Talty. Si este escenario fue alterado,
ha de haber sido en cuestiones de suspenso ya que el director Paul Greengrass
confirmó haber filmado una adaptación exacta a las acciones desarrolladas entre
los días 8 y 9 de abril de 2009.
Dicho lo anterior, el
guión es indudablemente una joya preciada por su excelente desarrollo de
personajes a través de los escenarios progresivos. Aquí los efectos especiales
son los diálogos porque las interacciones entre protagonista y antagonistas son
sublimes. En parte a su experiencia en Plan de Vuelo y Los Juegos del Hambre,
Ray supo como describir a los personajes dentro de estos espacios reducidos y
por ende, el elenco inmediatamente se responsabilizó en estos roles aprovechando
hasta el más mínimo detalle.
No se trata de una
producción lujosa como La Supremacía Bourne y Bourne: El Ultimato, pero debe
admirarse el grado de complejidad emitida por Paul Greengrass. Fácilmente
entrega más de lo que muchos esperamos: doble la actitud, doble la tensión. Debe
aplaudirse esta coordinación de los distintos elementos por su extraordinario enfoque. Los sucesos
simplemente siguen su propio ritmo generando esa atmosfera tétrica la cual va incrementándose hasta ponerte al borde de
tus propias emociones.
Hacía mucho tiempo
que realmente no me metía dentro de un relato
pero esta conexión emocional se debe a la perfecta interpretación de Tom
Hanks como el Capitán Philips. La mayoría ha estado familiarizado con este
aclamado maestro, pero había sido un buen rato que no habíamos visto una
poderosa actuación y por tanto, estoy seguro que lo veremos en la siguiente
oleada de nominaciones y con altas
posibilidad de llevarse su tercera estatuilla porque su expresión durante el
clímax desgarra hasta el corazón más frío.
Tampoco descartemos a
Barkhad Abdi cuyas dos frases en los avances son sólo una prueba de lo
memorable que puede llegar a ser en pantalla. Tratándose de su debut, Abdi
muestra tener talento para esta clase de villanía porque su misma novatada le benefició
a su perfil porque también podemos observar su grado de crecimiento al verse
enrollado en un plan no anticipado. Obviamente Hanks comparte este logro porque
la relación secuestrador-secuestrado tiende a percibirse como maestro-aprendiz.
Del mismo modo, está
dinámica saca lo mejor del resto del elenco. Honestamente la cinematografía es
bastante simple pero los actores la aprovechan al máximo. Con ello me refiero a
las escenas dentro del Maersk Alabama, el USS Bainbridge y el bote salvavidas. Las tácticas militares, las negociaciones y el
drama fueron editadas con calidad visual, excelente sonido y composición musical.
La cámara no suele estar fija pero aun así el movimiento no excede de lo
tolerable.
Por tanto, la
colaboración inusual de Greengrass y Hanks concluyó en una de las mejores
películas del año. No cualquier recuento de hechos verídicos suele cumplir con
las expectativas, previamente Argo lo hizo con honor pero debo admitir que
Capitán Philips demostró ser todavía más superior a lo acostumbrado por
desenvolver al máximo el vínculo entre actor y circunstancia. Sería un rotundo
error perderse esta conmovedora travesía porque esta clase de cine no tiende a
verse en Hollywood.
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