El director Richard
Linklater tenía una visión hace doce años y consistía en narrar la travesía de
un niño de seis años hacia su adolescencia o juventud durante un rango real de
doce años. Previamente este enfoque se había empleado en la Franquicia de Harry
Potter de las cuales sus ocho adaptaciones cubrieron un periodo de diez años.
Obviamente Boyhood no
contó con la fortuna de esta gran mitología pero al menos ha estado generando entusiasmo
gracias a sus recientes triunfos, aprovechando sus seis nominaciones a los
Premios de la Academia incluyendo Mejor Película, Director, Edición, Guión y
actuaciones de reparto. Pase lo que pase, este drama te ofrece una lección de
vida que tanto tú como tu familia no querrán perderse.
Cualquiera puede
identificarse y no por sus referencias culturales, sino por su crecimiento
humano. Siendo padre, madre, hijo, hermano u amigo, todos sin excepción estamos
sujetos a cometer errores y aprender de ellos, así es la vida, es el único modo
en que maduramos. Ciertamente somos distintos en personalidad, pero no saber
nuestro propósito es lo que nos une a todos en esta complicada encrucijada.
La sensibilidad y los
buenos valores tienden a promoverse en conjunto con la conciencia y el realismo
contextual. Lo que vemos en esta magnífica edición de 12 años es la autenticidad
de una familia americana. Aunque quizás ya sea mundial dado que el divorcio, el
maltrato, la bipolaridad, los síndromes, las drogas y el alcoholismo tienden a estar
presentes en la mayoría de las familias modernas.
No para ponerse
nostálgico, sino más bien para apreciar cada aspecto de nuestra fugaz juventud
y también nuestra paternidad. En cierto modo, podría tratarse de un guión
hibrido por su influencia digitalmente tecnológica. Aquí es donde el Facebook
juega un papel importante en la forma de interactuar con nuestras emociones,
sobretodo limitando nuestro sentido humano a un teclado y pantallas.
De los años 2002 al
2014 pasaron muchas cosas importantes y entre las que destacan fueron las
novelas de Harry Potter, las precuelas y el futuro de Star Wars, la canción épica
de Britney Spears, el resentimiento hacia Bush, la chispa de esperanza en Obama
y la guerra en Irak. En esto último, se hace un buen comentario sobre ciertas
tácticas entre soldados.
Lo importante de este
viaje intimo yace en su educación, aunque no lo parezca, es la única manera que
contribuye a la estabilidad tanto económica como emocional. Los consejos
siempre son bienvenidos y nada es imposible, la confusión es una amenaza como
el conformismo. Se puede ser fiel al objetivo, siempre y cuando se proceda de
forma real. Tampoco puedes ir así nomás caminando sin ocuparte de tus
obligaciones.
Patricia Arquette y
Ethan Hawke son indudablemente los pilares, mientras uno nos sumerge en un
oasis emocional, el otro nos compensa con su razonable carisma. El sendero de Arquette
es más demandante por su involucramiento físico y directa maternidad. Sin
embargo, Hawke parece tener todas las respuestas dada la lógica de su
personaje.
El mayor desafío de
Linklater era conseguir al actor perfecto que interpretara cada una de las
distintas facetas de un niño en transición. Enhorabuena eligió a Ellar Coltrane
quien desde el principio nos engancha gracias a Arquette y Hawke, pero es su
lado sensible y temprana conciencia lo que nos mantiene inmersos a través de
sus doce años de crecimiento.
Tampoco descartemos a
Lorelei Linklater, aunque no haya sido el centro de atención, fue bastante
divertido verla crecer manteniendo ese sarcástico feminismo. En cuanto a Marco
Perella y Brad Hawkins, cabe señalar que dejan huella con sus breves
antagonismos.
Para tratarse de una
filmación de doce años, el contenido nunca pierde interés por su buena edición cinematográfica.
Este es un gran trabajo en equipo cuyo compromiso y dedicación a la visión
demandante de Linklater merece un aplauso. No será una obra maestra por su
guión cambiante, pero Boyhood hizo lo imposible posible al capturar esa elemental
transición por la que todos pasamos.
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