domingo, 24 de enero de 2016

Crítica de La Chica Danesa (The Danish Girl)


Complicadamente conmovedora serían justamente la frase que usaría para definir esta adaptación sobre el primer transexual, por así decirse. Más que nada se necesita recurrir a la compasión al momento de acudir a verla evitando caer en los aspectos religiosos o incluso en los prejuicios, sino analizarla desde un enfoque plenamente humano. 

No es fácil procesar esta biografía, no cuando se trata de un sufrimiento interno dado que no hay nada peor que combatir tu propia psicología como fue el caso de este artista Einar Wegener quien debido a una ocurrencia de su esposa Gerda, provocó que no sólo se convirtiera en otra persona, sino en una mujer en toda la extensión de su género.

Desde que comienza, la música de Alexandre Desplat y la cinematografía de Danny Cohen son tan cautivantes que al instante nos enganchan sin anticipar el devastante conflicto que estar por venir. El director Tom Hooper sabe apreciar el arte y por tanto hace arte mediante una edición limpia y libre de vulgaridades.

Hooper sabe de la historia, la comprende y la filma con un profundo respeto. Lo mismo podría insinuarse de la guionista Lucinda Coxon porque no es una biografía fácil de desenvolver, debió tener mucho cuidado al momento de escenificar y estar conscientes de la controversia que podría lloverles ante delicado tema.

Se requirió de seres excepcionales y valientes como Eddie Redmayne. Posteriormente de habernos sorprendido en Les Miserables y haber ganado el Oscar por La Teoría del Todo, se encuentra con buenas probabilidades de repetir este año porque es una actuación que nadie anticipó sería capaz de llevarla a cabo en un 100%.

Redmayne no tiene miedo al mostrar otra faceta de sí mismo, de hecho recurre a su interior como exterior para sacar su lado femenino. Lo cual es impactante ante su directa proyección, en especial cuando se mira en el espejo, se deja cortejar por hombres y durante la sesiones en que Alicia Vikander, en el papel de la esposa, lo dibuja en varios vestidos.

Aprovechando la mención, creo que además del vestuario, debió haber sido contemplada para el Mejor Maquillaje porque la transformación de Redmayne es épica. No requirió de melodrama ni excederse en la violencia físico, sólo cuestión de dejarse llevar. Disfrutar el momento y Redmayne lo hace al igual que su compañera Alicia Vikander con quien comparte una excelente química.  

Así tampoco se quedó atrás Vikander, pese a no seguir ese camino, su decepción, frustraciones y remordimiento nos demuestran a apreciar su vulnerabilidad y por tanto, uno puede conectar también con ella por hacernos ponernos en su lugar. Y vaya que no es fácil, es especial cuando se es el causante de dichos caminos sin resolución.

En conclusión, se trata de una obra humana de arte desenvuelta desde el punto de vista de una pareja que tuvo que pasar por mucho en orden de poderse ayudar sí  aunque significase tener que renunciar a uno de los suyos. A veces uno tiene que seguir lo que siente en orden de ser felices, no podremos comprenderlo pero al menos podemos respetarlo.

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