Russell Crowe y Amanda Seyfried se reúnen, por hacer referencia a Les
Miserables, aunque no se vean cara a cara por estar situados en dos líneas
distintas de tiempo. En cierta manera, una define a la otra y habrá momentos en
donde no parece tener un sentido, dicha separación al final resulta una
exquisitamente y nostálgica catarsis difícil de ignorar.
En plena temporada de superhéroes, es necesario dejarse contagiar por
un drama de esto y más cuando el corazón está involucrado. En esta ocasión, la
sinopsis se resume en el amor de un padre hacía su hija el cual se ve arrebatado
por la enfermedad y la venganza familiar la cual desencadena una tendencia
autodestructiva en la vida presente de su hija.
Ambos actores no tienen ningún problema al desenmascarar sus
emociones, con el tiempo lo han dominado hasta el punto de volverse actos
absolutamente naturales. Como era de esperarse, Russell Crowe carga con el peso
de forma maravillosa en paralelo con Amanda Seyfried quien se arriesga un poco
al hacer a un lado su dulzura por atrevimiento.
La involucración de Jane Fonda es grata por su humildad al igual que
Aaron Paul. Para variar Diane Kruger ofrece un antagonismo sentimental aunque
no tan impactante como Bruce Greenwood cuya caracterización nos hace detestarlo.
Octavia Spencer contribuye con estabilidad pero la sorpresa aquí es la novata
Kylie Rogers ya que roba escena en donde sea.
En parte tuvo a un gran maestro como Crowe pero de igual forma, se
mantiene justo a su nivel porque trabajar con este ganador del Oscar no es
tarea fácil, se requiere calidad sin importar la sencillez de la historia. Por
otro lado, Seyfried tuvo un gran respaldo en Paul porque al instante congeniaron
en los buenos y malos momentos de los personajes.
No hay mucho por decir del guión, a excepción que Brad Desch lo
desenvolvió con un veloz ritmo sin necesariamente coincidir en ciertos hechos o
acelerarlos con predictibilidad como es de esperarse en este género. La
cinematografía estuvo agradable por estar ambientada de acorde a la época,
inclusive algunas referencias fueron brillantemente sarcásticas.
El director Gabriele Muccino es fiel a los sentimientos humanos por lo
que los deja fluir sin saturarlos. Como tal algunas confrontaciones nos
conmueven al verse reflejados en lugares familiares. La música tiene mucho que
ver al igual que su edición, la cual toma encuadres distintos de la ciudad y a
su vez se ve dificultosa al distorsionarse o temblar.
En conclusión, vale la pena verse por su mensaje. Quizás no en los
cines aunque sería ideal para variar, como lo dije en un principio. Pero sí
decides esperarte a la renta, sería recomendable grabarse el título o anotarse
porque su contenido nos sirve para analizar nuestros propios errores o traumas
y hasta podría ayudarnos a encontrar una especie de cierre o resolución.
Calificación: 4 de 5 estrellas
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