Pese a ser un año de secuelas, debo confesar que aunque sus taquillas
se han visto declinar, la calidad ha sido en su mínimo aspecto creativa y como
tal efectiva en víspera de que esta tercera entrega supera a la segunda
colocándose a la altura de la original por respaldarse en los elementos clásicos
que pusieron en el mapa a la original.
Seguramente me vayan a llover toda clase de comentarios pero en mi
defensa, soy un romántico. Así que ¿qué se le puede hacer? Cualquier seguidor sin
duda acudirá a verla porque su contenido cumple con su propósito y más por
Sharon McGuire por hacernos pasar un buen rato mediante ocurrencia tras
ocurrencia.
Efectivamente McGuire fue quien la llevó a la gran pantalla en el 2001
convirtiéndola en un éxito mundial de $ 281 millones de dólares habiendo
costado sólo $ 25 millones. Retomar la silla de directora resultó de mutuo
beneficio por mantenerse fiel a la forma de pensar y reaccionar de la
protagonista entorno a su estatus social y amor platónico.
Complicada es la vida de solterona de Bridget, que a estas alturas
esperábamos verla felizmente casada con Mr. Darcy y con niños. Fue lógico la
forma en que nos muestran las razones de este rompimiento y como Jones ha
logrado mantenerse “estable” todo este tiempo. Es un buen giro verla delgada y
tratando de conseguir su tercer aire.
Este desarrollo circunstancial y dinámico en su trama se debe a Emma
Thompson quien además de hacernos reír con su inigualable participación, pulió
el guión de Helen Fielding y Dan Mazer dándole ese encantador y crítico dilema.
Incluso moderniza los ideales al incluir problemáticas actuales y
entremezclarla con algunos valores, sobre todo la integridad.
El sólo objetivo de contar con el retorno de Renée Zellweger, es
suficiente para justificar esta secuela porque nunca falla en engancharnos con
su esencial personalidad que transmite bajo esa madurez y grata espontaneidad. Cabe
señalar que su química con Colin Firth sigue poderosa gracias a la formidable
presencia de Firth.
Sí se extraña a Hugh Grant, en lo que cabe, aunque siendo honesto
Patrick Dempsey nos lo compensa ya que nos entrega una actuación de revelación
por haberse arriesgado a expresarse de humorística forma. Ni se diga la competitividad
con Firth porque te roba de un par de risas, en especial con la cargada, la
cena con los tres, las citas con la doctora y sobretodo la terapia.
La simpatía de Sally Phillips como Sharon es una tremenda adición y
más al lado del cantante Ed Sheeran cuya breve aparición es de las mejores y no
sólo por sus canciones. Jim Broadbent y Gemma Jones aparecen poco pero
simplemente uno no puede extender esta historia sin los padres de Bridget Jones
de por medio.
En conclusión, no era necesaria de contarse y menos considerando el extenso
transcurso de catorce años. Muchas cosas han pasado como la operación misma de
Renée pero he aquí la chispa de encanto no ha perdido su resplandor porque la
esencia de Bridget Jones nos demuestra estar en gran forma después de todo.
Calificación: 4 de 5 estrellas
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