Lo que se propone de Aristóteles fue simplemente estupendo de escuchar durante la clase de Merlí y sin duda ese análisis te da mucho a pensarle después de concluirse este tercer capítulo. Cierto que resulta contradictorio tener que trabajar para ser feliz, pero sólo de esa manera se puede desarrollar con plenitud. Cuestión de buscar eso que te hace feliz, aunque tengas que correr los riesgos.
Para ser una persona que estuvo años sin tener amigos, es cierto que te brindan felicidad pero duele cuando te la niegan por cualquier tontería. Ingenuo la forma de vincularla con la justicia, para Joan este equilibrio le importó mucho y con mucha razón dado que no pudo haber otra mejor forma que ir viendo lo que pasaba por su cabeza. Impresionante verlo tan tímido e inocente, de verdad que actor tan talentoso porque ni siquiera podía imaginarme el carácter que se guardaba.
La dinámica entre Gina, Gerard y Merlí nos divierte como el conflicto con Bruno y la Calduch, hay momentos en que Bruno nos suele caer tan mal y otros en que podemos sentir esa frustración al inferirse su secreto. Pol no ayuda en lo absoluto en contraste con la Calduch que sigue robando pantalla con su poderoso dramatismo. El centro de todo se debió a ese robo de examen del cual le cayó por excelencia a Eugeni.
Habremos descansado de Tanya y de Ivan, pero esta serie sigue dándome conocimientos y retroalimentación que se me había escapado la primera que la había visto. Excelente decisión haberme lanzado a verla por segunda vez consecutiva.
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