28
Años Después del brote del virus de la ira, padre e hijo se aventuran en
territorio británico en busca de maneras de sobrevivir al apocalipsis que los
rodea mediante muertos vivientes que han hallado la manera de evolucionar.
Debo
confesar que cuando debutó 28 Días Después en el 2002 no me enganchó
tanto como a muchos como para volverme amante de los zombies, aunque sí estoy
consciente que revitalizó el género quedándose algo corto con su secuela 28
Semanas Después, la cual encontré mucho mejor por su calidad en imagen y
secuencias sobresalientes de acción.
18
años después y en víspera de una nueva trilogía partiendo de esta anticipada
tercera entrega, me decidí por revisitar las primeras dos a un día antes de
acudir a la gran pantalla, percibiendo a la original ahora sí como un clásico
que no supe apreciar en su momento por ser apenas un niño adolescente alocado
por las precuelas de Star Wars y El Señor de los Anillos.
Empiezo
aplaudiendo la dirección arriesgada de Danny Boyle (ganador del Oscar por Quisiera
Ser Millonario) y reconozco la confianza que depositó en Alex Garland
(nominado por Guerra Civil) por no sólo volver a la franquicia después
de 23 años sino por desenvolver lo que parece ser una compleja y emotiva
historia sobre la supervivencia humana contada a través de tres partes.
Es
obvio su inspiración en el esquema clásico, por lo que, si esta se trató de la
introducción, entonces algo me dice que lo que se viene en El Templo de los
Huesos va a ser mucho más oscuro y violento para nuestro protagonista, que
de antemano su trayecto empezó en ese camino, pero con unos toques de inocencia
que funciona al desenvolverse la trama entre la paternidad y la maternidad.
Esa
metodología arriesgada es apremiante en Danny al filmar la mayor parte de los
escenarios con I-Phones. Logrando así conseguir una experiencia amplia en toda
la extensión y protegiendo a la madre naturaleza al no aplicar herramientas
actuales del cine. Si no me dicen, ni en cuenta por lo bien que lucen los
encuadres y el sonido al lograr situarnos en ese caos inimaginable.
El guion
de Alex es impresionante que hasta merece crédito por no limitarse ni conforme
como hoy en día suelen hacer los grandes estudios con sus franquicias, Alex
corre el riesgo de contarnos algo diferente a lo que hemos visto y Danny
aprovechó para ir más allá de las palabras y volverlo tan trascendental que un
par de lágrimas sin dudas rodaron en algunos al darse cuenta que esta secuela
iba más enfocada en la humanidad y no tanto en los muertos vivientes.
Para
nada quiere decir que el horror pierde peso, al contrario, obtiene mucho más
peso al dársele respeto y evolución ante la presencia de los alfas, cuyo modo
de marcar su territorio da escalofríos como la escena en donde una muerte
viviente da a luz. Tardé en aceptar que estaba viendo lo que de verdad estaba
viendo. No es algo que pueda escribirlo, es algo que ustedes tienen que verlo
por sí solos.
La
locación del Templo de los Huesos es ingeniosamente y creativamente
espectacular, y es ahí donde sucede el tercer acto que gracias a su simbolismo
y a las melodías de Young Fathers, nos llega a conmover. Llámenme loco pero no
puedo evitar sentir esta secuela como la mejor de todas e incluso la que le
hace justicia a este género que sólo ha optado por volver en superhéroes a
nuestros sobrevivientes.
Es
curioso que los actores veteranos hayan obtenido el crédito durante la
promoción y mercadotecnia, cuando es evidente que la estrella es Alfie Williams,
quien a sus 13 años de edad debuta con absoluta supremacía al dejarse el alma. Es
interesante que en los tres actos en que se divide esta trama, Alfie interactúe
con cada uno de ellos casi por separado, aprendiendo así de los mejores.
Aaron
Taylor Johnson como el padre de Spike, es atrevido y tosco. A través de éste
podemos ver el enfoque que se la a la paternidad manejándose la camarería, la
tensión sexual y el alardear en cada muerte. Con Jodie Comer como la madre, nos muestra la
compasión, el cuidado y el sentimentalismo que existe entre una madre e hijo,
ese amor de madre que le da su lugar a la maternidad.
Qué
puedo decir del gran Ralph Fiennes, quién insisto en que debió haber ganado el
Oscar por Conclave. Su personaje del Doctor es no sólo incomprendido
sino desaprovechados por los habitantes de la isla al no contagiarse de su conciencia,
intelectualismo y respeto hacia los seres vivientes sin importar que estén
contagiados. El momento cuando habla con Spike de los tipos de muerte,
resaltando la piadosa es la que termina por desgarrarte.
Esa sola
escena con Alfie sosteniendo el cráneo en la cima del Templo de Huesos no sólo
fue algo nunca antes visto en la historia del cine, sino demostró una gran
capacidad por parte de los creadores que no me sorprendería que recibiese
nominaciones importantes en la siguiente temporada de premiaciones.
Y con
eso es más que suficiente para garantizarles una inimaginable experiencia, sí
es que se animan a verla. Siendo lo mejor de todo, que no ocupan ver las
anteriores para verlas. Eso sí, no esperen un cierre por la forma en que su desenlace
conecta con la siguiente. Un paso a la vez, primera véanla y ya después me
dicen si vale la pena dar el siguiente paso por lo demasiado buena que termina siendo.
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