El ex
pilotor de carreras de Fórmula 1, Sonny Hayes recibe la oportunidad de volver a
correr dentro de este prestigioso circuito después de haberse ausentado por 30
años. Para ello tendrá que enfrentarse a su rival, un engreído joven novato con
quien deberá buscar la manera de coexistir no sólo para conseguir el premio
mayor sino para asegurar que el dueño del equipo, su amigo, no lo pierda todo.
Confieso
que no es mi mejor sinopsis y nunca podría serlo porque la historia que
desenvolvió Ehren Kruger estuvo lejos de ser lo típico de Hollywood, y eso que en
sus créditos incluían las secuelas de Transformers, pero en su defensa,
habiendo escrito Top Gun: Maverick sí que lo puso en otro nivel viendo como la
forma en que desarrolló al protagonista de Sonny Hayes se prestó para darle
importancia a la experiencia respaldada por su pasado conflictivo.
Resulta
motivador el recorrido personal de Sonny, Brad Pitt se deja llevar por su
carisma y vulnerabilidad para engancharnos con sus ingeniosos diálogos y más
que nada demostrarnos que no le teme subirse a un carro de carreras y acelerar
a toda velocidad porque la mayoría de sus escenas fueron filmadas en las pistas
en donde con la ayuda de cámaras diseñadas por Apple e integradas en los
vehículos, ayudaron a capturar las tomas tal como se consiguió con Top Gun:
Maverick.
Si esperabas ver pura acción, me temo que no
es el caso con F1 dado que se toma su tiempo para desenvolver a los personajes
y las circunstancias en las que se encuentran. No se trata de competir y ganar,
sino de hacer las pases con el pasado y mirar el presente con profesionalismo…
tomar mejores decisiones, enfrentarse a los demonios internos y sobre todo,
escuchar y valorar el trabajo de los otros.
No
solamente el corredor resulta el campeón indiscutible sino todo su equipo
merece esta distinción porque sólo trabajando en equipo es como se ganan están
carreras. Así que me parece perfecto que a través de Sonny se le haya dado esta
relevancia y que, con Joshua, saliese a flote la prepotencia de los jóvenes que
van iniciado. Todo se resume a escuchar y hacer un lado los sentimientos al
momento de llevar a cabo tan crucial.
Un
piloto cualquiera no es la estrella, sino es el equipo quien le acompaña y el
director Joseph Kosinski lo dejó bien claro al proporcionarnos una dirección
centrada en el elenco en donde sus interacciones se sienten como oro puro por
el reflejo que proyectan en la gran pantalla. Obvio que, si tenemos un buen
rato de secuencia explosivas, pero la forma en que son construidas y
desplayadas es lo que nos hace mantenernos al borde del asiento. Eso y por la
claridad mostrada.
Con decir que su cinematografía está bien cuidada y aprovechada al máximo, nada parece haberse descartado, sino todo se aprovechó hasta no poderse más. Tan así que Hans Zimmer hace de las suyas para hacernos sentir infinidad de sentimientos. Me refiero al tema que introdujo durante la última carrera y el después de cruzarse la meta, notas que llegan al corazón y por consecuencia, alimentan la catarsis con nuestra conexión.
Por
ahí leí que terminaba siendo un relato predecible. Honestamente, yo ni sabía
qué esperar y menos cuando todo apuntaba a una intensa rivalidad entre el
veterano y el novato. Me pregunto si fui el único que pensó en Driven de
Sylverster Stallone. A pesar de su similitud, esto es sólo un elemento de
varios que la complementan. Al final, tenemos un relato de redención,
superación personal, amor y amistad.
Damson
Idris como Joshua Pearse es una revelación ya que su actitud engreída nos
provoca rechazarlo casi de inmediato, por esa tonta sonrisa que uno quisiera
golpear. No obstante, la forma en que trabaja con Pitt le ayuda a mostrarnos
esa evolución humanista que nos engancha en el tercer acto.
No
nos olvidemos de Javier Bardem, siempre con un carisma que es imposible no
deleitarnos con su caracterización como Rubén incluso cuando se enoja con
Sonny. Cabe destacar que otra agradable sorpresa para mí sería Kerry Condon
como la directora Técnica. De por sí la amé en Skeletom Crew, que la química
con Pitt es adictiva por lo cómodos que parecen estar en escena.
Dándole
la apertura más taquillera a Apple Film en los $ 55 millones, se espera alcancé
alcance los $ 500 millones globales o tan siquiera se acerque. El tiempo dirá que
tan lejos puede pisarle al acelerador, pero por lo visto todos los
participantes están tan felices con estos resultados que incluso se habla de
una secuela fusionada con Días de Trueno.
Reunir
a Tom Cruise y Brad Pitt después de haber actuado juntos en Entrevista con el
Vampiro hace 31 años, es algo que muchos queremos ver y experimentar. Por el
momento, no me queda más que insistirle en que acuden a ver F1 en IMAX porque
lo vale cada minuto de sus dos horas y media bien cuidadas y equilibradamente
establecidas para que bajo ninguna circunstancia te canse sino te eleve los
latidos de tu corazón.
Y si
no me crees, entonces vela y ya me dirás que piensas. Lo importante aquí es que
no te pierdas de esta valiosa experiencia.
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