Basada en la historia real de Florence
Foster Jenkins, Meryl Streep interpreta a esta hermosa mujer cuyo sueño la
lanza al estrellato sin importar que carezca de los talentos suficientes para
ser referida como una gran cantante de ópera. En el nombre del amor, su esposo
y asociado pianista deciden correr el riesgo de ser ridiculizados y la respalda
todo el camino sin importar las consecuencias.
Nominación tras nominación y bien
merecida está última para Streep quien nomás no parece tener una mala reseña.
Otra vez lo hace de nuevo y vaya riesgo que nos compartió porque es un
desenvolvimiento de doble filo que nadie lo pudo haber enternecido con
humanidad e inocencia, nadie nos hubiese contagiado de esta hermosa pasión por
la música.
Hubo un par de sorpresa en el camino,
Hugh Grant en especial me sorprendió de verlo tan definido. Su carisma sigue
intacta pero su elocuencia y dramatismo estuvieron en primera clase. Empiezo a
creer que le robaron la nominación, honestamente me hubiera conformado con
Actor de Reparto porque indiscutiblemente se lució con Streep.
Tal parece Jim Parsons no es el ٗúnico en
actuar en las grandes producciones con grandes actores, aquí Simon Helberg se
sale de su estereotipo y adopta humildad al lado de Streep. Su emotividad no es
nada nuevo, su personalidad es aquí su grano de oro porque de poco en poco te
va arrastrando hasta el punto de caernos bien.
A Rebecca Ferguson la siento
desaprovechada más eso sucede cuando tenemos a una gran actriz ansiosa por
dejar su huella sin importar la reducción biográfica de su personaje. Pero me
temo que no había de otra forma, de por sí el guión de Nicholas Martin está
extremadamente completo dentro de lo que cabe.
El director no era ningún extraño al
género, con títulos como La Reina y Philomena, Stephen Frears sabía lo que
tenía en manos y no titubeó en hacerle justicia a esta mujer como ha lo hecho
en el pasado. No ha tenido la fortuna de ganarse su Oscar al igual que Ridley
Scott pero tarde o temprano terminará recibiendo uno.
Cualquier obra que dirige logra no sólo
conmovernos sino esencialmente humanizarnos. Recordar que la belleza no está en
lo físico sino en el corazón. De ahí surge la inspiración, la pasión por hacer
algo sin importar lo cuan limitado que estemos o lo más tonto que sonemos.
Enhorabuena te ríes. Si se tiene el suficiente amor por uno mismo, entonces
todo es absolutamente posible.
Calificación: 4 de 5 estrellas
No hay comentarios:
Publicar un comentario