Tres adolescentes son secuestradas por un hombre que sufre de 23
personalidades de las cuales convergen en la búsqueda de una 24 mucho más
poderosa que los proteja del abuso de los demás. Percibiendo el temor que
alberga en su mente, la psiquiatra Fletcher hace lo posible por mantenerlo en
la luz previniendo que sea reclamado por la oscuridad.
Ha sido una década desde que no obteníamos un gran éxito de M. Night
Shyamalan ¡Vaya regreso! Con un presupuesto de sólo $ 10 millones pudo
entregarnos un fantástico suspenso inmerso en el trastorno de la personalidad y
su capacidad de evolucionar mediante la fe y el deseo por la aceptación. Con
mucha razón ha recaudado cerca de los $ 200 millones mundiales.
Relativamente básica y asimismo compleja debido a sus temáticas,
Shyamalan innova dentro de esta ciencia brindándonos algo por lo que estaremos
platicando por los siguientes meses, en víspera de que lo descrito no recae tan
lejos de la realidad. Un guión intrigante que de por sí en sus manos, nos hizo
a recordar de la calibre direccional de Señales y El Sexto Sentido.
Cada habitación, escenario, vestuario, ideología, diálogo, gesto e
imagen nos transmiten no sólo las 23 personalidades de este antagonista sino
inclusive de la protagonista porque aunque no lo crean, vemos las dos caras de
la misma manera hasta el grado de asumirlo como el elemento sorpresa porque
dentro de este mundo, todo puede suceder y con mayor razón.
James McVoy entra un nivel nunca antes visto, de por sí sabíamos de su
talento posterior a triunfos como X-Men: Días del Futuro Pasado y El Ultimo Rey
de Escocia, pero nunca imaginé su capacidad de caracterizar a cinco de las 24
identidades establecidas en esta poderosa mente, por lo que merece la
nominación aunque deba esperar todo un año para recibirla.
Lo que funcionó en perfecta sintonía fue la inserción de Anya
Taylor-Joy porque no es la típica damisela en peligro, totalmente lo opuesto a
sus compañeras, tiene una astucia y un nivel avanzado de instinto e
inteligencia detonado no por un pasado exquisito como creeríamos. Taylor-Joy
tiene potencial porque aquí nos lo demuestra todo el camino y ni se diga del
final.
Siguiendo en la misma carrera aunque desde la psiquiatría, Betty
Buckley contiene quizás las mejores escenas que un profesional de su materia
quisiera tener en la gran pantalla dado que sus terapias mentales con McVoy
fueron ingeniosamente brillantes. Es imposiblemente no sentirse cautivado por
el horror y el enriquecimiento científico-cultural.
La edición también juega un papel esencial sobre todo cuando La Bestia
es desatada, por así expresarse. Los encuadres selectivos hacen lucir tanto
atuendo como los gestos que adopta McVoy conforme se transforma y lleva a cabo
sus múltiples acciones. Nunca perdemos el hilo de lo que sucede a su alrededor
y con esa ejecución de sonido, es posible sufrir un par de sustos.
Psicóticamente es impresionante y con un giro en sus últimos minutos
que te mantendrá acelerado de una emoción que no te la vas a acabar por lo que
está por venir en esta especie de universo cruzado. Seguramente tendrás una
idea y al igual que yo, estarás equivocado hasta que no lo descubras por ti
mismo porque vale la pena hacer todo este recorrido.
Calificación: 4½ de 5 estrellas
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