A consecuencia de un terrible accidente automovilístico, el
alcohólico-mujeriego Steve Everrett es mandado a cubrir el caso de Frank
Beechum, un condenado a muerte por haber asesinado a una joven embarazada hace
seis años. Everett detecta varias inconsistencias al instante y decide embarcarse
en una carrera de medio día para demostrar la inocencia del acusado.
¿La mayoría se preguntará cómo di con esta novela de Andrew Klavan
publicada en 1995? Podría decirse que llegó a mis manos al explorar el baúl de
los recuerdos. Mi madre en su juventud solía ir a la librería a comprar los
bestsellers y por fortuna lo encontró en especial. Dada la letra pequeña nunca
lo terminó de leer, quedándose oculto por casi dos décadas hasta ser
redescubierto.
Interesantemente, por esos años había visto un par de escenas de la
adaptación de Clint Eastwood, especialmente del desenlace, más nunca me atrajo
lo suficiente por encontrarme en la fiebre de películas como La Momia, las
Precuelas de Star Wars, El Señor de los Anillos y Piratas del Caribe. El drama
criminal todavía no cruzaba por mi temprana adolescencia.
Adentrándonos a la narrativa, Klavan dividió su obra en dos sucesos turnados
capítulo por capítulo para darles ese desenvolvimiento gradual a los dos
personajes que la lideran en conjunto con sus propias relaciones y demandantes circunstancias.
Dada la simpleza y dinamismo de la prosa, desde la primera página uno se
engancha con su cautivante contenido.
Principalmente los acontecimientos recaen en la perspectiva de Klavan,
haciéndose pasar por el reportero Everett. Bajo este lineamiento, describe a
detalle el paso de ambos relatos vinculados, incluyendo no sólo los diálogos
sino hasta los pensamientos de cada uno de los participantes. Nos presenta un
caso criminal y las fallas que lo rodean para haber llegado a tal calamidad.
Habiendo dirigido y participado en producciones como Trabajo
Sangriento, Río Místico, El Sustituto, Harry El Sucio, etc., Eastwood ejecutó
una buena adaptación cinematográfica, fiel a la esencia expresada y su mensaje
de error humano. Aunque no puedo evitar incomodarme ante algunas importantes
diferencias, por ejemplo:
En primer lugar Frank Beachum lo vuelven negro, resaltando el racismo
tal parece fue la gran decisión. Su antecedente criminal es omitido al igual
que el tratamiento de su esposa Bonnie quien se encontraba en quimioterapia. Su
hija Gael se reduce a un par de escenas de las cuales carece de ese melodrama recalcado
en el texto.
Se compensa en exceso el estado mujeriego de Everret y me intriga que
hayan vuelto niña a su hijo ya que si se trataba de crear un vínculo con la
hija de Frank, desafortunadamente no se logró. Del mismo modo, el
accidentalmente golpe en el Zoológico estuvo de más y en vez de puntualizar en
la fractura de su relación paternal, sólo nos cortó el ritmo. De por sí su edad
difiere demasiado del hombre treintañero a quien me acostumbre a leer en este
mes.
La escena del crimen se trasladó en un minuto, incluso se omitieron
detalles y se cambiaron los hechos descritos ya que Frank nunca presenció el
cadáver de la joven embarazada. Ni siquiera escuchó los balazos, él ya se había
marchado tranquilamente de la tienda. Nada de haber huido con un rostro
sangriento o haber realizado primeros auxilios. Es más, se suponía que el
primer testigo se encontraba en el baño y no ingresando apenas a la tienda.
De igual forma lo anterior funcionó aunque podría contradecirse con la
clase de persona que era Frank. En cuanto al Padre de Michelle, no parecía
estar deprimido en lo absoluto y al igual que la Sra. Russell, se mostraban
excesivamente colaborativos con Everett hasta el punto de contribuir con
carisma. Con esto hago referencia a la petición de nunca frenar el carro
durante la persecución.
Frank nunca se quedó dormido durante la ejecución de la condena, aquí
fue un punto a favor porque impulsó el de por sí acelerado suspenso. Me dio
risa la inclusión del Hombre Chocho siendo bolseado; pero hizo falta la mano
dura. El Sacerdote de la Prisión se volvió una figura polémica de más, no tengo
queja alguna de ello, pero me sorprende que Flowers no haya mostrado ni sus
luces.
Lo del color verde era necesario mas no de aquella manera, fue
demasiado poner a todo el personal de seguridad revisar el carro de Bonnie
encontrando la crayola debajo del mofle. No tiene sentido. Sin embargo, Kate
Everett fue uno de los personajes menos sobrevalorados, hizo falta una
cuidadosa atención en su situación para comprenderla tal como se leía.
Fuera de estos ligeros contrastes, Clint Eastwood no falló en
inyectarle esa atmosfera de calidad a este fascinante y emocionante ensayo dramático.
Lamento decir que no será una de sus mejores obras y tanto taquilla como
recepción fue prueba de ello. No fue tanto él ni su estable elenco, simplemente
los guionistas y productores trataron de irse por el estilo comercial robándole
esa influencia artística que caracterizaba a la novela de Klavan.
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