Lo anterior es suficiente para recomendarse si es que no se ha tenido
la oportunidad de verse desde otoño de 2007. En ese entonces Keira Knightley se
retiraba de Piratas del Caribe para retomar un estilo similar a Orgullo y
Prejuicio. En contraparte, James McVoy comenzaba su recorrido hacía X-Men.
Básicamente lo que vuelve a Expiación una adaptación intrigante yace
en la vulnerabilidad de una niña que malinterpreta un crimen pasional por
carecer de esa madurez sexual. Hace un par de años me encontré con esta novela
de Ian McEwan a solo diez pesos en un sobre-ruedas. Obviamente el dueño no
tenía la menor idea del clásico que aguardaba entre sus pertenencias.
En un aproximado de 350 páginas, uno se engancha con los sentimientos
de los personajes y su desenvolvimiento a partir de una terrible circunstancia
en común. Todo tiene una causa y efecto. Aunque vaya encaminada hacía la tragedia,
no se puede evitar sentirse esperanzado o quizás hasta identificado por la
sugestión del perdón a expensas de la malinterpretación.
De niños somos propensos a dejarnos llevar por nuestras fantasías
aunque desencarrilemos a terceros, es parte de nuestra inocencia lo cual es
exactamente el caso de Briony Tallis donde vemos un antes y un después de las
razones que la condujeron a destrozar no sólo su vida, sino la de su hermana,
su amigo y familia.
El guionista Christopher Hampton se portó fiel a la descripción
narrativa de McEwan. Mayormente se limitó a los escenarios claves mediante la
simplicidad de los hechos. La división de las tres partes o tiempos se
evidencian a través del supuesto crimen, la guerra y la confesión. Cada
segmento está correctamente ordenado y ejecutado a su propio ritmo.
Nada se siente apresurado, ni siquiera
la dirección de Joe Wright. Uno comprende el contexto e inevitablemente
se contagia con la atmosfera sentimental. Hacen falta un par de detalles que
podrían ampliar nuestro conocimiento, pero créanme cuando digo que esta
adaptación le hace justicia a su fuente; inclusive aprovecha para inyectarle creatividad
en sus paisajes, diseño y vestuarios.
Principalmente la música de Dario Marianelli nos tiene inquietos y a
su vez nos identifica con la travesía emocional en la que se encuentra tanto
Saoirse Ronan como Romola Garai en su ideal desempeño de Briony. Lo mismo
ocurre con Knightley y McVoy en sus respetivos personajes.
No sólo se aprecian las breves participaciones de Juno Temple, Benedict
Cumberbatch y Vanessa Redgrave, sino la edición detrás es un resalte que merece
crédito porque la primera parte estimula ese misterio-revelación con que uno va
resolviendo conforme lee. No se tratan de vistazos al pasado, sólo de un armado
no tradicional de un tipo rompecabezas.
Adentrándonos a las diferencias entre novela y película, más que nada
la primera parte en la Mansión de los Tallis se aproxima a la prosa de McEwan.
Obviamente los actores se apoyaron en sus propias percepciones para definir a
sus personajes. La presión en ese caso recayó en Ronan y Garai quienes además
de compartir la similitud física, coincidieron en el estado reactivo de Briony.
Knightley hizo a un lado su encanto para adoptar una rigidez de la
cual separó a Cecilia de Elizabeth Benet. Un buen giro. McVoy contaba con mucho
peso, ya que la ausencia del encarcelamiento de Robbie nos desengancha por irse
directamente a la guerra donde a su vez inicia en la granja omitiéndose un gran
respaldo de dicho impacto.
Era de entenderse su limitado tiempo y presupuesto, aunque unos 15
minutos adicionales hubiesen sido suficientes para posicionarse su segunda
parte a la altura de Rescatando al Soldado Ryan. Tan así de fuerte y
controversial se describe. Gracias a Knightley podemos sentir parte de la
tensión y el constante peligro que amenaza con separarlos eternamente.
Quién se atreva a leer primeramente la novela, podrá comprender en
absoluto a los personajes porque en la película se nos presentan con
superficialidad. Sin ninguna pausa para profundizar en ciertos e importantes
detalles. Debido a la fidelidad de las acciones, uno llena los huecos y por iniciativa
propia los identifica. Tampoco se pierde de nada, si se desconoce la obra.
La tercera parte basada en Briony como enfermera cumple a su modo.
Aquí se eliminó la redundancia con actos directos. Se omite una ligera
revelación en su reencuentro con Cecilia y Robbie, pero innecesario por mostrarse
durante la boda. Lamentablemente el impacto no estuvo a la altura de cuando uno
lo lee por primera vez.
Tanto novela como película se complementan. Cualquiera puede apreciar su
dirección artística y su contenido dramático. Más que una expiación, se trata
de la incomprensión y los remordimientos de una niña que nunca tuvo la más
mínima oportunidad de reparar el daño malintencionado.
Altamente recomendable.
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